Ayer,
mientras bajaba los últimos tramos del portal de mi casa, me encontré a un
vecino que hacía tiempo que no veía. Le vi cabizbajo, con la mirada perdida y
triste y un aire de resignación que me recordó lo que se, de su historia.
Es
un hombre que ha sido hijo único. Sus padres tenían un negocio floreciente y él
optó por una carrera de contenido bohemio y poco práctico. La muerte de sus
padres, un matrimonio a destiempo y un hijo inesperado fueron conformando el
marco de su vida. Hoy, con el negocio perdido, un divorcio complicado y la
ausencia de su hijo, deambula semiinconsciente por la vida.
La
historia de Chema es una más de entre todas las que arrastran desgracias y sin
sabores de aquellos que nos cruzamos todos los días. Me di cuenta, en el
momento de saludarnos deprisa y sin pararnos, de lo mal que lo pasan también
los que viven alrededor nuestro, en la casa de al lado, en la puerta de enfrente,
sin que sepamos o podamos o queramos hacer nada.
Todos
arrastramos nuestras miserias como una pesada cadena, presos a las desgracias
que nos asolan. Me preocupa la falta de
compasión que sentimos al verlas en otros, la inexistente solidaridad humana
para con el sufrimiento ajeno, la posible incapacidad para intervenir o la nula
disposición del que sufre para aceptar la llamada a su puerta de otra persona
que quiera ofrecer ayuda.
¿Podemos
ayudar en realidad? ¿Es posible acercarse al que sufre?¿Estamos demasiado
acostumbrados a pelear solos ante lo que nos duele?¿Nos han traicionado tanto
que no somos ya capaces de confiar de nuevo en quién llama a nuestro corazón?.
Las
miserias de todos se repiten en cada uno. Las lágrimas que lloran hoy tus ojos,
mañana estarán en los míos. El dolor de tu alma hoy, fue el que partió mi
corazón ayer.
Me
gustaría acudir corriendo allí donde siento que alguien sufre. Me encantaría
ser paño de lágrimas, recoger el alma cansada y darle cobijo, ser la mano que
se ciñe a otra para darle el impulso, poder regalar miradas de complicidad y
sonrisas de contento para sosegar la amargura de otros. Esa sería mi ONG
diaria.
Estoy
segura que esa misión sería a mí a quién redimiría primero y el beneficio mayor
sería la satisfacción de construir la esperanza junto a los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario