Cuando todo parece ir mal, retomo un
pensamiento de fondo que subyace en mi mente…siempre hay un equilibrio aún en
el caos. Nada pasa porque sí, todos son ciclos, momentos buenos y vivencias
peores que tanto unos como las otras, pasan.
La vida tiene un sentido que nos supera.
Creemos ser el centro del mundo y solo lo somos del nuestro. Todo parece ir
bien si nos sentimos felices, pero realmente nada cambia por nuestra percepción
interna en realidad y lo que hay afuera siempre se mueve en un orden concreto
que tiende a la unidad y a la armonía.
Cuando me siento mal, algo se ha desequilibrado
en mí. Posiblemente mi sentido del entusiasmo, la llegada de dolores viejos que
creí olvidados, la llamada a mi puerta de otros nuevos que nunca esperé, la
pérdida de ilusión, el desengaño de mi misma o el mordisco que me da la
realidad cuando no queriendo verla se me impone.
Quiero aferrarme a la idea de que por
debajo de lo que siento, de lo que sufro, de lo que va mal a mí alrededor y en
mi vida, me espera ese equilibrio perdido al que también yo, como parte del
cosmos, tiendo sin cesar.
La
vida no es como nos la cuentan, ni como esperamos, ni siquiera como la vivimos.
Si así fuese, no tendríamos sensaciones encontradas en una misma situación.
Todo cambia, todo evoluciona, todo se transforma y para eso, muchas veces, no
estamos preparados. Nos gustaría que cuando vivimos una experiencia de esas que
tocan el corazón siempre fuese así, que se quedase por siempre atrapada en su
halo de belleza y bondades, que nos siguiese cobijando con las seguridades de
pertenecernos hasta el fondo de nuestra alma y que por nada se rompiese el
encanto de poseerla como nuestra.
Me cuestan los cambios y sé que la vida
misma es cambio es estado puro. Tengo que hacer un enorme esfuerzo por sentarme
en la cúspide de mi corazón y serenarme mi voluntad, mis anhelos y mis
esperanzas para que acepten lo que he de venir.
A
veces una muerte anunciada duele más que una súbita porque hay más tiempo para
ir muriendo antes de morir verdaderamente y ese tiempo que se espera lo
irremediable, se muere doblemente.
Quiero
sentir que hay equilibrio en el caos. Cerrar los ojos e imaginarme envuelta por
una cálida llama violeta capaz de llevar paz a cada poro de mi piel.
Así
intentaré dormir esta noche. Mañana será mejor día, seguramente.
En la búsqueda de equilibrio sufrimos mucho, a veces de un modo innecesario. La Paz es un gran estado; determina cuán aceptado nuestro desequilibrio. La Paz que sentimos a pesar de los pesares; azúl cobalto. Aprovecho esta entrada para recomendaros a todos la práctica de algún ejercicio físico, que nos ayude a reconocer el caos, el conflicto... en el cuerpo. Será un buen método para llegar a recuperar esa Paz que tanto anhelamos en los estados caóticos de nuestra existencia. Recomiendo que practiquéis Yoga, Tai Chí, o cualquier ejercicio que te permita interiorizar a través de la respiración consciente. Aún así encontrarás momentos de "renuncia"..., el ego quiere ser perfecto, no nos olvidemos de esto.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias mil por esta estimulante reflexión, hoy.
Xara!!...aire fresco es tu comentario...efectivamente el equilibrio no debe ser percibido como algo difícil, ni reservado solamente algunos privilegiados espíritus puros...la armonía es posible. Tal vez comenzar por la respiración sea el camino...hacia el interior...y en él sabremos que la calma es un estado natural con el que venimos que hemos perdido. pero está dentro...solo hay que pasar y retomarla de nuevo.
ResponderEliminarGracias por seguir cerquita!*