Hay
veces que sufrimos sin sentido. Nos montamos castillos en la cabeza sobre pilares
de humo. Parloteamos insaciablemente con nuestros miedos y lo único que conseguimos
es hacerlos más grandes.
Lo
que obviamos por encima y por debajo de todo lo que nos pase es que siempre
tenemos el poder de elegir. Podemos optar por la fuerza del optimismo o por la
fragilidad del pesimismo. En cualquier caso, el conflicto hay que definirlo y
comunicarlo.
Frecuentemente,
nuestros problemas no solo nos incluyen a nosotros. Hay más personas
involucradas. Sufrimos por los otros, por nosotros mismos, por lo que pasa, por
lo que pasó y por lo que pasará. Pero el fallo está en dos puntos que son
necesarios considerar:
1.- Abordar el problema de comunicación: ¿le
he dicho a la otra persona lo que pienso, el miedo que tengo, lo que sospecho,
lo que me sucede?, ¿escucho lo que la otra persona tienen que decirme al
respecto? ¿Me he hecho entender?¿tengo voluntad de comprender al otro?.
2.-
por otra parte, se da también un problema de interpretación de la realidad: ¿he
observado bien, he estado atento al lenguaje no verbal ( no olvidemos que los
gestos, las miradas, los ademanes o el silencio nos hablan de más de un 80% de
lo que sucede), he analizado todos los aspectos, me he puesto en el lugar del
otro?.
Lo
importante es determinar la causa del malestar, comunicar nuestras razones y
escuchar las alegaciones del otro. El miedo es el único que puede equivocarnos,
pero ¿qué nos aporta el miedo? ¿en qué nos ayuda?...y la mejor pregunta…¿qué es
lo peor que podría suceder si ocurriese lo que tememos?.
Si
podemos contestar a todas estas cuestiones, tal vez se disipen los temores y el
sufrimiento se esfume como por arte de magia.
Ante
el próximo problema utilicemos este breve protocolo para vencer el círculo del
miedo y evaluemos después los beneficios de seguir adelante a pesar de
cualquier resultado.
Me sorprende la sincronicidad que encuentro en tus palabras en ciertas ocasiones..., incluso me llevan a afirmar que es posible que vibremos en una misma frecuencia, de otro modo no sería posible ésto. Ayer tuve ocasión de experimentar ésto que dices en otra persona. Vi en su rostro la expresión de quién ha dejado a un lado sus defensas, máscaras, escudos, y de quien expone su vulnerabilidad como lo haría un niño que sufre. Ciertamente es necesario escuchar la expresión del cuerpo, siempre tiene algo que decirnos y más acorde con las emociones que nos afligen que el simple parloteo de la mente victimista.
ResponderEliminarMe encanta leerte Flor y Nata.
Un abrazo
Sintonía pura la nuestra!*...todo llega cuando uno lo necesita. Me encanta que así sea.
ResponderEliminarFeliz día***
Y conmigo también. Tus palabras son siempre las que si yo supiera expresar diría. En el miedo se basan los poderosos para dominarnos. Farmacéuticas, seguros, gobiernos...Creo que el miedo solo aporta algo bueno en una situación de peligro real. Un beso. Joaquín.
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