He
llegado a entender que muchos de los éxitos de la persona dependen de las
fortalezas del carácter, de la templanza en la conducta y de la capacidad de
afrontar los cambios.
Me consta que personas muy válidas,
académica e intelectualmente hablando, fracasan en lo más básico de la vida.
“Una cosa es ser inteligentes para estudiar y otra serlo para la vida”, solía
repetir un amigo de la familia cuando se veía obligado a valorar la trayectoria
de sus propios hijos. Realmente, lo fuerte de cada uno es lo que a veces evita
muchas equivocaciones.
Lo importante es conocer nuestro talón
de Aquiles. Saber en qué fallamos y cuál es nuestro punto débil. Determinar
nuestras debilidades y descubrir
nuestras fortalezas.
A veces, uno se equivoca y se vuelve a
equivocar. Tal vez es necesario en el proceso de ser más y mejor o simplemente
en la obligación de sobrevivir .
Hay que tocar fondo para poder subir. Tenemos
que caer una y otra vez para abrir los ojos de una vez y al mismo tiempo que
los abrimos, sacar la fuerza que tengamos dentro y arrancar de nuevo.
Todos somos fuertes; todos. Solamente
tenemos que vernos en la situación que nos obliga para saber hasta dónde somos
capaces de dar de nosotros mismos. Nos engañamos cuando vemos a los demás
mejores que nosotros, más capaces, más válidos y menos incapaces de seguir. Nosotros también sabemos resistir.
Hay que descubrir aquello que nos hace
fuertes. Lo que sea, como sea, en lo que sea. En muchas ocasiones es cuestión de
no plantearnos nada y seguir, seguir y seguir siguiendo.
Un ejercicio útil que, al menos a mi me
sirve, es hacer una doble lista con lo favorable y lo desfavorable de la situación,
persona o hábito indeseable que queramos sacar de nuestra vida. Seguro que
siempre habrá pros y contras. Hay que hacer un ejercicio de absoluta sinceridad
para colocar en cada columna lo mejor y lo peor de lo que sentimos en cada
momento de lo que nos atormenta. Posiblemente nos sorprendamos cuando valoremos
el contenido de esta doble valoración. Y entonces, en el silencio que se hace
en el interior cuando cerremos los ojos…tomar una decisión. Apoyándonos, eso
sí, en lo que sabemos que nos hace fuertes.
No encuentro otro camino más fiable
para salir de los pozos en los que caemos, una y otra vez.
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