Uno piensa cómo se puede
resistir tanto dolor cuando alguien se va de tu lado para siempre. Cómo se
puede seguir la vida, cómo acostarnos y levantarnos como si nada hubiese
pasado, cómo seguir escuchando risas y sonidos convirtiéndose en ruidos. Cómo continuar adelante volviendo la vista atrás. Cómo caminar derecho sin poder
ponernos de pie.
La capacidad de resistir la adversidad, el caos o la
catástrofe se denomina resilencia. El
término resilencia viene de la
palabra resilo, que significa “rebotar”,
en el sentido de coger impulso tras una caída.
Ser resilente no significa estar exento de sentir malestar
emocional, sino que se trata de sacar fuerza suficiente para afrontar la
situación. Encontrar estrategias, por insignificantes que parezcan, que nos
ayuden a sobrevivir, afrontando la situación, sobreponiéndonos y adaptándonos.
No se trata
de la capacidad que tengamos o no, sino de conductas, de pensamientos, de
acciones que nos ayuden a tener una actitud suficiente para seguir adelante.
Si queremos saber si somos personas resilentes o no,
hagámonos preguntas como:
·
¿Qué sucesos de mi vida me
han resultado más difíciles?
·
¿Cómo me han afectado esos
procesos?
·
Cuando me siento
estresado, ¿qué pensamientos pasan por mi cabeza?
·
Cuándo me he encontrado
ante una situación adversa, ¿a quién he pedido ayuda?
·
¿Cómo me reconozco en mi relación
con los demás cuando me hallo en una situación difícil?
·
¿Ofrezco apoyo a personas
que han pasado por una experiencia similar a la mía?.
·
¿Hay algún obstáculo que
no hayas podido superar?
·
¿Cómo supero las barreras
emocionales que la vida me plantea?
·
¿Albergo esperanzas de las
cosas cambien o me vengo abajo?
Posiblemente nos ayude contestar a estas preguntas con un
papel y un bolígrafo en la mano y dejar libre al corazón para que responda.
Seguro que hemos pasado por ocasiones que nos han dolido o dañado, que nos han
sacudido fuertemente y que nos han dejado una mirada amarga y un punto en los
labios.
Hagamos la prueba.
Hace unos años asistí a un curso sobre la Resiliencia. Y no es casual que un día antes de publicar tú esta reflexión yo estuviera releyendo los apuntes que me dieron.
ResponderEliminarAñando a tu texto una parte de éstos apuntes, si me lo permites:
"Toda crisis exige cambios y si no los efectuamos, aunque con el tiempo lleguemos a sentir que por lo menos hemos sobrevivido a la catástrofe, estaremos convencidos de que nuestra vida ha quedado en el vacío irremisiblemente dañada para siempre, nos cansaremos con facilidad, sintiéndonos drenados de toda energía física, mental y espiritual. Nos conformaremos con vivir día a día, sin horizontes nuevos y sin esperanza alguna de alegría. Ante el impacto del dolor, del sentimiento de víctima o de la sensación de vacío existencial podemos responder con depresión o bien, a pesar de nuestra tristeza, desplegar las características de nuestra resiliencia para sobreponernos y crecer gracias a lo que hemos padecido. Es por ello que ser resilientes no significa que no lloremos o no tengamos momentos de rabia, de gran ansiedad o sentimientos de vacío, pero sí que a persar de todo estemos dispuestos a luchar y salir adelante, ya sea venciendo la adversidad, reconociéndola como momento oportuno para desprendernos de lo que ya no debe estar en nuestras vidas o reasignando significado a nuestras pérdidas."
Un abrazo graaaaandeeeee!
Xara excelente aportación!!! Gracias siempre por estar aqui presente! Besosss***
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