Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 1 de abril de 2014

EL ORIGEN DEL SENTIMIENTO



         Parece ser, según la psiconeurología moderna, que lo primero que anida en nosotros es el pensamiento sobre algo y más tarde esa energía mental se convierte en energía emocional para finalizar en una respuesta conductual.
Pensamiento, emoción y comportamiento parecen enlazados en una cadena única que nos trae un mensaje de esperanza. Si el comienzo de nuestro peregrinar emocional se ubica en el pensamiento, cambiando el patrón de éste podríamos modelar el camino por el que se deslizan las emociones y por lo tanto, variar las respuestas conductuales a nuestro favor. Parece fácil y rápido, dicho así, pero lógicamente nada más lejos de la realidad.
Modificar el mapa de la lógica, instalado el disco duro de nuestro cerebro, requiere desprogramar los códigos éticos que condicionan nuestros prejuicios. Es como si tuviésemos que demoler la estructura del edificio para poder encajar nuevos ladrillos con otras formas que no se adaptan al hueco originario.
El esqueleto de la morada de las emociones se forja antes de los 8 años. Modelos cercanos, palabras dichas, vacios presentes, ausencias notorias o acciones demás van modelando los huecos disponibles para ensamblar el resto de la experiencia. Lo peor es que lo hacen sobre un cerebro con tanta plasticidad que imprimen una huella permanente. De ahí, la importancia de no sobreactuar ante los niños, de no callar lo que se debe, de no expresar lo que se siente, de no imponer con verdades absolutas o de no permitirlo todo bajo la bandera del aprendizaje que ha de propiciar la escuela.
La mente es la barrera más poderosa que existe. Liberar los pensamientos que se ciñen a encorsetadas premisas culturales es comenzar a ver la luz. Porque en realidad, lo que hoy está vigente en la moral, en las normas de cortesía o en las convicciones  honorables, no lo estuvo hace 100 años ni los estará dentro de otros 100, ni es igual en esta cultura que en otras. Y sin embargo, hay una ley natural que a todos nos dice lo que es bondadoso y lo que no, lo que esta fuera del  límite en lo que dañamos a los demás y lo que no, lo que se acerca al amor o se aleja de él.
También es verdad que hace tiempo escuché que lo contario del amor no es el odio, sino el miedo y es ese precisamente el que nos impide el cambio.
Tal vez sería mejor y más operativo, comenzar por ahí. Preguntarnos en primer lugar cuales son los miedos que nos atenazan y de qué forma les hacemos frente, si es que lo hacemos.
Posiblemente haya que decirle a la neurociencia que antes que el pensamiento está el miedo y que de él van destilando, gota a gota, las ideas que anidan más tarde en el corazón, hechas emociones.
Quizás ese sea el verdadero principio de todo.

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