Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 2 de octubre de 2013

PARA DESPEDIR AL MIEDO



Muchas veces solamente hay que estar atento a las señales. Cuanto más lo necesitamos, más señales aparecen. Hay que estar alerta, observar detenidamente, hacer silencio interior y ver cuando se mira.
Hoy me he encontrado con este ejercicio. Alguna vez lo he tenido que poner en práctica porque el papel en el que está escrito parece un tanto ajado, e incluso hay letras que están borrosas. Ordenaba textos, limpiaba papeles…trataba de entretenerme mientras muchas preocupaciones me dan vueltas a la cabeza y, de pronto, apareció ante mí. No sé de quién es, ni tampoco cómo llegó hasta aquí. Pero está. Aquí, esperándome. Esperándote.
Se trata de un ejercicio al que poder recurrir cuando sintamos miedo.
Lo comparto y espero que sea otra muleta más para seguir adelante.


EJERCICIO PARA LLENARNOS DE FUERZA
Vamos a elegir un lugar privado, silencioso y tranquilo. Un lugar donde nos encontremos bien, sosegados o al menos en paz con nuestra soledad.
Lo primero hagamos una lista de nuestros miedos.
Cerremos los ojos, después, y tomemos aire profunda y lentamente llevándolo al abdomen y expulsémosle lo más rápido posible.
Imaginemos que el aire que tomamos tiene un color azul y el que exhalemos de color gris…en el primero recogeremos toda la energía que nos rodea, el poder que está en torno a nosotros y la fuerza que nos invadirá penetrando por cada una de nuestras células. Visualicemos este color azul brillante llenando nuestro interior.  Cuando hayamos repartido esta luz por todo él, iremos recogiendo los miedos, los temores, las malas sensaciones, las angustias, los desconciertos…en un aire grisáceo que saldrá rápidamente al exterior para liberarnos.
Escaneamos nuestro cuerpo físico, desde la cabeza hasta los dedos de los pies, para encontrar la energía del miedo…buscamos el miedo…si no lo encontramos, volvamos a la lista y leamos uno de los miedos anotados en ella y escaneemos nuestro cuerpo de nuevo.
Una vez encontrado el miedo, en nuestro cuerpo, simplemente observémoslo. No lo analicemos, solo observémoslo. Dejemos que esté allí. Dejemos que exista.
Se puede manifestar en una incomodidad física, como un nudo, un dolor, una energía localizada molesta, un pensamiento, una memoria o simplemente una emoción del miedo.
Sólo mirémoslo.
Observémosle.
Sintámoslo.
Y digamos… “miedo, eres bienvenido aquí”…démosle la bienvenida y permitámosle que crezca y se exprese en nosotros pero sin analizarlo. Permitamos que vengan…palabras, pensamientos…memorias y rastreemos su movimiento, si cambia a otra emoción o si se traslada en nuestro ser físico.
Ahora acerquémonos a él y abracémosle…démosle luz y amor…agradeciendo cualquier trabajo que haya tenido, como misión, en nosotros y por estar con nosotros tanto tiempo.
Ahora…soltémosle y entreguémosle al universo, que se vaya libre hacia el origen.
Respiremos profundo ahora de nuevo. Mientras inhalamos, aspiremos amor y luz …y cuando exhalemos dejemos que esa luz invada el espacio que ocupaba el miedo.
Ahora solamente respiremos despacio y profundo. Serenamente. Todo está bien.

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