Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 1 de octubre de 2013

A PESAR DE LA LLUVIA



A pesar de la lluvia sobre los cristales y las lágrimas sobre mis mejillas, sigo pensando que siempre hay soluciones, que los problemas prueban nuestra valía y que de una forma u otra, hay que seguir adelante para demostrarnos que aceptamos los retos y luchamos por ellos.
La vida no es fácil nunca, pero a veces se vuelve aún más retorcida. En esos momentos uno tiene que recurrir al fondo de su baúl, allá donde estén los recuerdos maravillosos, los días de risas y rosas, el entusiasmo y la ilusión a raudales, la esperanza decidida y dispuesta y ese ápice de locura en el cual, alguna vez, hemos pensado que todo va a salir bien siempre.
Las dificultades, a veces, parecen venir todas juntas y cuando una crees que es irresoluble, llega otra que la hace más pequeña. La adversidad nos reta. Es el momento de poner todos los sentidos a funcionar y a rescatar de lo más profundo del inconsciente, los instintos básicos de supervivencia. Huir o luchar. Son las dos opciones que, frente al peligro, podemos tomar.
El miedo nos puede dejar paralizados, bloqueados y anulados para poder decidir por una de ellas no obstante, pero el acecho del peligro nos devorará entonces sin remedio.
Cuando el terror se haya hecho un hueco en nosotros, entonces hay que decidir también ante él. ¿Luchamos encarecidamente hasta que haya un vencedor?¿ huimos en el intento de comprobar si corremos más que él?. Esta segunda opción está perdida antes de comenzarla. El miedo va por delante siempre y nuestra huída no sería más que una persecución a nuestro adversario al que nos pegaríamos como una sombra imposible de apartar.
Hay que perecer en la lucha si es necesario, pero hay que luchar. Es muy fácil dejarse caer por el tobogán, lo complicado en subir en contra de su pendiente. Hay otra opción, iniciar el ascenso por las escaleras que dan acceso a la rampa y así, paso a paso, comenzar la subida a la cima.
Toda carrera empieza con un primer paso, por larga que sea, por dura que parezca. ¡Démosle aunque nos duela todo!. El dolor, las molestias y el propio miedo desaparecerán cuando entremos, poco a poco en el camino y vayamos viendo la luz.

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