A pesar de la lluvia sobre los
cristales y las lágrimas sobre mis mejillas, sigo pensando que siempre hay
soluciones, que los problemas prueban nuestra valía y que de una forma u otra,
hay que seguir adelante para demostrarnos que aceptamos los retos y luchamos
por ellos.
La vida no es fácil nunca, pero a
veces se vuelve aún más retorcida. En esos momentos uno tiene que recurrir al
fondo de su baúl, allá donde estén los recuerdos maravillosos, los días de
risas y rosas, el entusiasmo y la ilusión a raudales, la esperanza decidida y
dispuesta y ese ápice de locura en el cual, alguna vez, hemos pensado que todo
va a salir bien siempre.
Las dificultades, a veces, parecen
venir todas juntas y cuando una crees que es irresoluble, llega otra que la
hace más pequeña. La adversidad nos reta. Es el momento de poner todos los
sentidos a funcionar y a rescatar de lo más profundo del inconsciente, los
instintos básicos de supervivencia. Huir o luchar. Son las dos opciones que,
frente al peligro, podemos tomar.
El miedo nos puede dejar
paralizados, bloqueados y anulados para poder decidir por una de ellas no
obstante, pero el acecho del peligro nos devorará entonces sin remedio.
Cuando el terror se haya hecho un
hueco en nosotros, entonces hay que decidir también ante él. ¿Luchamos encarecidamente
hasta que haya un vencedor?¿ huimos en el intento de comprobar si corremos más
que él?. Esta segunda opción está perdida antes de comenzarla. El miedo va por
delante siempre y nuestra huída no sería más que una persecución a nuestro adversario
al que nos pegaríamos como una sombra imposible de apartar.
Hay que perecer en la lucha si es
necesario, pero hay que luchar. Es muy fácil dejarse caer por el tobogán, lo
complicado en subir en contra de su pendiente. Hay otra opción, iniciar el
ascenso por las escaleras que dan acceso a la rampa y así, paso a paso, comenzar
la subida a la cima.
Toda carrera empieza con un primer
paso, por larga que sea, por dura que parezca. ¡Démosle aunque nos duela todo!.
El dolor, las molestias y el propio miedo desaparecerán cuando entremos, poco a
poco en el camino y vayamos viendo la luz.
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