Todos tenemos un sexto sentido, un punto de intuición en el
que nada se escapa si sabemos interpretarlo adecuadamente. Palabras, gestos,
silencios incluso…sirven para saber más allá de lo que la realidad nos muestra.
Para ejercitar el sexto sentido debemos hacerle caso. Hay
que estar atentos a los indicios que hablan sin palabras y a cómo se van
componiendo las situaciones sin que nadie nos las defina con claridad.
Siempre hay un camino por encima del que vemos, una ruta que
aún está por desvelar, una vía sin escrutar en la que están encriptados los secretos
que desvelan la verdad de cada cual.
La intuición es el sexto sentido que nos hace más sabios. Un
estado de alerta en el que se desvela, con total certidumbre, aquello que no se
dice expresamente.
A veces, sería mejor no tener desarrollado este tercer ojo
con el mirar lo que se no se ve porque ciertamente, lo que entendemos lo
divisamos con el corazón y es tan clara la evidencia entonces que nada puede
contradecirla.
Frecuentemente uno se escurre en las situaciones difíciles
como puede. Cierto que para ello se ve obligado a componer un puzle donde
todo parezca encajar. Hay personas muy
hábiles para esto, tanto que logran mantener contentos a todos a su alrededor
casi todo el tiempo. Cuando algo se desequilibra, rápidamente deben colocar los
hilos que manejan de nuevo y volver a disponer la situación en su favor.
Tener un sexto sentido pone a veces los pelos de punta
porque aunque no se diga nada se entiende todo. Una mirada, un gesto, una
palabra sustitutiva de otra o el simple aire que envuelve a la persona la hace
transparente para el que intuye.
La intuición es una forma de conocimiento clarísima. Un
saber sin código ni mensaje explícito. Una forma de transmisión y recepción,
que aun siendo involuntaria, permite traspasar la barrera de lo oculto para
comprender sin preguntar.
Todos sabemos intuir aunque no todo el mundo da crédito a lo
que intuye. Sería excelente creer en las intuiciones y hacer de estas la base
de un conocimiento fehaciente capaz de ayudarnos a conocer a los demás sin
necesidad de palabras.
Lo difícil para mí, Flor y Nata, está en distinguir intuición y deseo.
ResponderEliminarMil gracias por tus textos.
Abrazos de luz.
Esperanza! qué alegría saber que continúas con nosotros.
ResponderEliminarLa intuición es una especie de ráfaga de luz, de chispazo inmediato que llega al corazón y rápidamente a la mente desde él. A veces lo que intuímos nada tiene que ver con el deseo, incluso todo lo contrario.
Muchas veces intuímos aspectos de los sentimientos de otros, de las realidades contadas o de las mentiras ocultas que no nos gustan. Seguro eso no es deseo, pero sí intuición.
Es un tema muy interesante que todos deberíamos aprender a discernir como visión interna y certera de lo que nos rodea.
Un beso*