Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 2 de junio de 2013

NUESTRO MUNDO FUTURO




Acabo de leer un artículo de Pusent que me ha gustado mucho. Colocaré el enlace al final por si alguien quiere acercarse a él. Se trata de analizar a que “no” renunciará la gente en el mundo futuro y sobre todo con qué hemos de quedarnos y a qué debemos de renunciar.
El mundo que llega es un mundo reduccionista, en el que sin duda, habrá que renunciar a la grandilocuencia a la que nos tenían acostumbrados para creer que habíamos alcanzado un estatus importante. Las aspiraciones tendrán que recomponerse, lo que no significará que nos equivoquemos más y lo pasemos peor.
La fórmula consistirá en eliminar lo accesorio, en pensar en términos de afecto de nuevo y no en soledades. Venimos de una sociedad en la que nos han enseñado a ser islas. Pequeños trozos de roca cuya misión era flotar más que ninguna en la deriva de la vida, mientras pudiésemos conservar nuestro lugar aunque golpeásemos a las del al lado.
Aprendimos a guardar información para ser más valiosos, a emplear estrategias de búsqueda de oportunidades para ser los mejores, a comprar lo exclusivo y a pensar que sin una casa grande, un coche aún mayor y sin los pequeños lujos, a veces inconfesables, no habríamos alcanzado las cotas de felicidad que se presuponían para los que llegaban al éxito.
No importaba qué hacer para lograr lo que era el objeto de nuestra lucha, perdiésemos amigos, familiares y un poco de nosotros mismos en el camino. Tampoco percibíamos la llegada de la tristeza, el vacío y la soledad de los que llegan a la meta. Y poco a poco, nos encontramos con muchas cosas y pocas personas a nuestro lado.
Perdimos los que debíamos ser por alcanzar lo que quisimos tener y a lo largo del proceso, la sociedad entera, a través de sus miembros cada vez más unitarios e infelices, se transformó en un pozo sin fondo que iba tragándose cualquier iniciativa de salir del estado endémico y crítico en el que se encuentra.
El mundo que llegue debe ser de otra forma. Colaborador y no competitivo. Afectuoso y no agresivo. Emocional y no computacional. Un mundo donde la exclusividad deje paso a la camaradería. Dónde todo sea más pequeño pero más entrañable. Dónde la tristeza de unos importe al resto. Dónde tener hambre sea un imposible y estar sólo impensable.
El mundo que ha de llegar tiene que remover los cimientos del egoísmo para recolocar la esperanza, la ilusión y el altruismo  levantando así el edificio de la fe.
Volver, en definitiva, a creer en el de enfrente pero sobre todo, empezar a creer, de una vez, en uno mismo como única posibilidad para gozar de un mundo nuevo.


Articulo de E. Punset:…”Las cosas a las que no renunciará la gente”.


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