A veces me enredo en el pensamiento de si realmente
lo que encuentro, a mi paso por la vida, es solamente un reflejo de mi misma.
Es como si atrajese a lo que temo, a lo no que deseo, a lo que enjuicio; a
aquello que le doy valor negativo o positivo.
Siempre me ha sorprendido y casi molestado, la
reflexión acerca de que lo que rechazo, de aquello que me resulta repulsivo en
otros solamente sea reflejo de lo que no acepto en mi interior y que forma
parte de mi.
En la estructura profunda se esconden fantasmas que
no reconocemos nuestros pero que, posiblemente, lo sean.
Hay que observarse. Hay que estudiarnos a nosotros
mismos. Hay que prestar atención a las reacciones que tengamos sin avisar. Hay
que repasar las lecciones que creemos aprendidas, porque tal vez no lo estén
tanto.
Posiblemente, algún día nos sorprendamos a nosotros
mismos contradiciéndonos frente a una misma cuestión. Incluso no podamos creer
que somos la persona que está reaccionando como lo hacemos.
Este relato sufí aborda todo este mundo de opuestos
que vive dentro de nosotros.
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- Había una vez un anciano que pasaba los días sentado
junto a un pozo a la entrada de un pueblo. Un día pasó un joven se acercó y le
preguntó lo siguiente:
-Nunca he venido por estos lugares, ¿cómo son la
gente de esta ciudad?
El anciano le respondió con otra pregunta:
-¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde
vienes?
-Egoístas y malvados, por eso estoy contento de haber
salido de allá.
-Así son los habitantes de esta ciudad, -le respondió
el anciano.
Un poco después, pasó otro joven, se acercó al anciano
y le hizo la misma pregunta:
-Voy llegando a este lugar, ¿cómo son los habitantes de
esta ciudad?
El anciano le respondió de nuevo con la misma pregunta:
-¿Cómo son los habitantes de la ciudad de donde vienes?
-Eran buenos y generosos, hospitalarios, honestos y
trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.
-También los habitantes de esta ciudad son así,
-respondió el anciano.
Un hombre que había llevado sus animales a beber agua
al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó le
dijo al anciano:
-¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente
diferentes a la misma pregunta realizadas por dos personas?
Mira -respondió el anciano-, cada persona lleva el
universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco
lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, también
aquí encontrará amigos fieles y leales. Porque las personas son lo que
encuentran en sí mismas, encuentran siempre lo que esperan encontrar.
La mente proyecta el universo interior...lo que es negro para unos es solo gris para otros.
ResponderEliminar"No soy monedita de oro "....somos u reflejo de nuestros sentimientos y cada quien capta lo que su universo interior refleja.
Somos espejos, no hay duda, y reflejamos lo que contenemos.
ResponderEliminarGracias por la reflexión***