Tengo que llegar a una zona de
malestar especial para ver la vida minuto a minuto. Cuando esto pasa es como
cuando el tiempo se detiene. Yo misma me
paro. Todo se interrumpe en mí. Es como si se produjese un cortocircuito y la
energía se congelase de repente.
Entonces el universo me evita y me da tiempo a
que repose y me asiente.
Ayer comentaba con una amiga lo
difícil que es vivir el tiempo de
enfermedad de un familiar directo. Los cambios que se producen en todos los
miembros de la familia y la necesaria recolocación a la que obliga esta
circunstancia.
Es un inestimable tiempo de
aprendizaje, de comprensión de hechos pasados, de encuentros con uno mismo, de
puesta a prueba de fortalezas y debilidades, de noches sin dormir y de lágrimas
que ruedan sin dificultad en cualquier momento. Tiempo de encuentros y
desencuentros. De seguridades y dudas. De cambios repentinos que nos balancean
entre puntos equidistantes.
A pesar de todas las amarguras, es
un tiempo fructífero porque sacude la comodidad y relativiza las preocupaciones
por banalidades.
Durante los períodos que nos deja
la vida para la despedida de un ser querido, aprendemos a generar amor a
marchas forzadas. Se requiere más carbón para que la máquina pueda correr más y
llegar a tiempo de hacer saber a la otra persona todo lo que la quieres e
incluso lo que la has querido sin saberlo y lo que la querrás a pesar de la
ausencia.
Cuando la vida me ha puesto en un momento
así, me he detenido sin remedio. Soy una persona práctica a pesar de mi corazón
alado siempre dispuesto a manifestar su sensibilidad y sus ansias de amar. Como
tal, en este tiempo “de otros”, en el que lo he pasado tan mal, he encontrado
un camino, el de vivir minuto a minuto y en ese minuto gozar la presencia aún
existente.
No podemos adelantar desgracias y
las que llegan hay que ir viviéndolas a sorbos pequeños, muy pequeños; tan
pequeños que no parezca a penas que lo son.
La mejor forma de ayudar al otro
es estando presente, escuchando, dando amor, prestando tiempo, dedicando
sonrisas, regalando caricias, besando esperanzas…aunque solamente éstas se
reduzcan a estar un instante, unos minutos, un día más.
Si logramos este estado de
equilibrio habremos conseguido dar lo mejor de nosotros en un tiempo tan
difícil en el que cualquier pequeño detalle significa tanto.
Lo mejor, nunca ayudamos sin ayudarnos.
Una joya para todos los gustos. Gracias , mi amiga.
ResponderEliminarUn beso lleno de energía y fuerza! felicidades por dar lo mejor de ti en estos momentos***
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