Todos
tenemos momentos que merecen ser atrapados en el alma. Posiblemente cortos, tal
vez instantáneos, quizá sublimes, seguramente únicos e inevitablemente
inolvidables. Seguro que todos los hemos tenido alguna vez. Lo más interesante
es saber reconocerlos y cuando sea posible incluso buscarlos.
Sería
excelente para la salud mental, emocional y hasta física contar con espacios
propios, con tiempos nuestros donde solamente vivamos para ser felices y para
encadenar el gozo a nuestro corazón y poder dosificarlo más tarde, cuando sea
necesario.
Porciones
de amor, de risas, de alegría, de entusiasmo y de pasión intensa almacenados en
la recámara del pensamiento, en la despensa del alma o en el sótano del
corazón. Todo preparado para ser soltado cuando el desánimo llegue, cuando la
tristeza haga mella o cuando la desesperanza se asome a los ojos.
Recordar
que si hemos sido felices podemos volver a serlo. Que la felicidad depende del
punto de mira y que la actitud con la que se encajen los acontecimientos
dibujará el mapa de los resultados.
Hoy
es el primer día después de inaugurarse el otoño. Las hojas caen sin remedio,
los tonos del paisaje saltan del marrón, al beige o del verde al amarillo. El
alma se prepara para el invierno. Hay que poner leños en el fuego y tener la
cerilla preparada para encenderlos.
Todo
con tal de no dejar pasar el frío o de acurrucarnos, si pasa, en el dulce
regazo de los recuerdos felices.
Es un arte de la mente poder desechar los momentos amargos y tristes y retener los fugaces destellos del placer, del goce, de los momentos que marcaron nuestra vida para siempre.
ResponderEliminarEn el mar no hay otoño; el sol se coloca a un lado del firmanento y sus fulgores parecen mas oscuros y lentos; esperemos que el oporto no falte o un Felipe II ( "a falta de pan buenas son tortas" decía mi abuela ).
...y compartamos nuestras cerillas siempre que podamos hacerlo. Por cierto, nunca había pensado si en el mar hay otoño; enseguida he visto una hoja flotando entre las olas y mecida por la estela que dejó tu barco, brillando tenue bajo el sol dorado de septiembre, compañera de la madera que cruje firme bajo tus pies..., Orange. Un abrazo cálido.
ResponderEliminarEs cierto, yo tampoco había pensado nunca si el otoño baña al mar.! seguramente el mar tiene un sol y una luna que le miran a él solo y por eso logra seducirnos tanto!.
ResponderEliminarAbrazos salados*
Gracias por sus lindas figuras queridas amigas y compañeras de viaje; claro que en el mar hay otoño...los dias son lentos y grises y el sol brilla tenue.. como perezoso.
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