Hoy
hemos hablado de la felicidad en clase. Llegamos a entendernos cuando concluimos
que es un concepto demasiado grande. Demasiado estirado y muy sobrevalorado por
su imposibilidad.
La
felicidad es un estado y parte, por tanto, de una actitud irremediablemente
única y personal. Intransferible y raramente pasable a los demás. Los otros nos
pueden ver felices, sentir felices, notar felices, pero no pueden vivir dentro de
nuestra felicidad por más que lo deseen.
Si
tomamos la felicidad como un absoluto estamos perdiendo el tiempo. Ella siempre
llega concentrada y acotada en el espacio interno por el estado de gozo y
disfrute del que dispongamos en cada momento.
A
veces, estamos pletóricos sin saber por qué o simplemente porque en esa ocasión
hemos dado valor a algo que nada tiene que ver con lo que convencionalmente nos
parece que la da.
A
veces también, lo más simple te hace feliz. Otras ni con lo mejor puedes serlo.
He
oído a Risto hablar de alegría como un buen sustituto de la palabra felicidad.
Tal vez sea así. Posiblemente sean momentos donde una chispa se enciende e
ilumina nuestro deseo, nuestra sensibilidad, nuestra disponibilidad para el
amor y el gozo.
Hay
pistas que nos pueden señalar el camino que puede seguirse en su búsqueda pero
creo que no valdrán para todos por tanto tampoco podremos tipificarlas como baluartes
de ella.
No
hay razones, motivos o justificaciones para ser feliz o lo contrario.
Hay
gente feliz con casi nada y gente desgraciada con todo.
Lo
que es cierto es que es a ratos cuando pasa esa ráfaga por nuestra consciencia;
a veces, es a solas cuando saboreamos su esencia y otras, es a medias la consciencia
que tenemos de ella.
Nadie
puede saber qué feliz soy cuando lo soy; ni yo puedo empaparme de las
sensaciones del otro, pero sí puedo ser parte de esa explosión de dicha cuando
mi corazón se une con el rastro que deja tras de sí la luminosa felicidad del
de al lado.
Ser
feliz siempre suma porque alguien queda tocado por el brillo de tu sentir y rápidamente
se unirá al gozo de vivir lo mismo, a su manera.
Apostemos
por esos ratos de actitud diferente y de gratitud infinita.
Es
un buen comienzo para empezar a serlo.
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