No
encuentro nada mejor que ser dueño de la vida de uno mismo. Esto que parece tan
obvio no se cumple muchas veces. Somos de todos menos de uno mismo. Si lo
fuésemos, pensaríamos en nosotros y en lo que nos deja con la paz en las manos.
Estamos
demasiado volcados en los de alrededor, en aquellos que amamos, en los que
estimamos, en los que deseamos, en los que aborrecemos, en los que están y en
los que dejaron el vacío de llevarse con ellos lo mejor que nos dieron.
Permanecemos
sobre los demás. Vivimos por ellos, muchas veces. Bailamos al son de sus
necesidades y dejamos las nuestras apartadas en la cuneta.
Para mañana, dejamos lo nuestro. Para otro día,
para más tarde, para después. Siempre parece que el tiempo nos va a esperar.
Dejamos de dar prioridad a aquello que concierne a nosotros. Nuestro pequeño
mundo queda atrás siempre. Hacemos de lo propio un vocablo despectivo, lo
llamamos egoísmo. Y nos damos cuenta, demasiado tarde, que hay que alimentar lo
que somos para poder darlo más tarde al resto.
Esperamos
que pase un milagro, que algo ocurra, que nos premien los hados, que el cielo
se acuerde de que existimos, que el destino se apiade. Esperamos que un golpe
de suerte nos saque de nuestros vacíos, que la magia nos cubra y que en un
sueño, un día de estos, consigamos abrir los ojos y estar en otra parte.
Inmersos
en un mar de acontecimientos pasamos los días rozando la superficie de las
cosas. El tiempo pasa demasiado deprisa, tanto que se nos olvida el espacio para amar. Y ese tiempo y ese espacio, nunca deberían ser postergados.
Un
poco más de lo nuestro, una pizca más de orgullo, dos dosis, a mayores, de goce
por todos los lados, un minuto de silencio compartido y un beso profundo cada día
para saborear el tiempo a cada instante.
Me
parece buena fórmula.
Me encanta lo que dices. Vuelvo una vez más a coincidir con tus palabras. Sintonía. Los días pasan y el sentir la vida desde nuestro más íntimo territorio, donde cabe solo lo que cabe se hace un milagro de la jornada cuando es lo prioritario, lo necesario, lo vital, lo que nos motiva ..., y menos mal que no me olvido de pasar por este rincón de reflexión, que me encanta, ya te digo.
ResponderEliminarUhmmm me emociona que este sea un esapcio de esos propios para ti! Gracias Xara, delicia tenerte cerca!***
ResponderEliminarLa educación ha sido y es una gran aniquiladora de egos primerizos... y eso es algo que ha destruido por completo las relaciones entre las personas.... porque el ego cuando se forma necesita hacerlo sin menospreciarse. Todos arrastramos un ego menospreciado. Cuando yo era niña y después por supuesto, había una expresión obligatoria en el lenguaje y en todo. Nos decían que antepusiéramos al otro u otros a nosotros mismos y si no era así nos llamaban burros, incultos, egoístas y toda clase de infravalor personal. Os acordáis de la frase "El borriquito delante que no se espante"? pues esa era una frase aniquiladora del yo. También ayudó ésto, y mucho, a delegar en los "otros" la propia responsabilidad. El ego es nuestro rey cuando lo formamos y debe aprender a modular su poder desde su propio reconocimiento y valoración. Si nunca le dimos lo que era suyo, hará lo posible por conseguirlo a toda costa. Habéis oido la expresión..."yo y la reina"..., sólo a él estaba permitido hablar así porque era él el poder, para control de todos lo borriquitos. Bueno, extraigo esta reflexión de la sintonía que veo en nuestro blog cada día que se parece tanto a las enseñanzas que me trae la vida.
ResponderEliminarHoy no afino muy bien con las palabras... espero que sepáis lo que intento decir, que es más de lo mismo que expresas Flor.
Un besazooooo!!!!
Lo has hecho muy bien, Te has expresado perfectamente y sobre todo nos has ilustrado con ese recto proceder con el que nos iniciaron en la vida en la que nos torcieron para siempre.
ResponderEliminarHay que desaprender. No todo vale pero sobre todo, no todo nos ayuda a caminar.
Esa forma de anteponer a los demás, en mi caso me ha traído muchas lágrimas. La compasión, la pena, el temor a dañar, el no molestar a los demás, muchas veces, ha conseguido que me olvide de mi y de la felicidad mía por la que nadie trabaja.
Reconstruir un ego no es fácil. Menso mal que son muchas manos las que ayudan.
Gracias Xara, inmenso beso!!!***