Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 18 de mayo de 2025

LA MAGIA DEL ESPEJO

 Mirarte en un espejo despliega la magia de ver más allá de ti. Si miras bien, verás a tus ancestros en tu mirada, comprobarás las tristezas que arrastras, las emociones que niegas o las bondades que esconde tu corazón.

No te engañes cuando mires y reconócete. No es fácil sostener tu imagen, por escasos minutos que sean, en un espejo. Mírate  a lo profundo de tus ojos, resiste la mirada y enséñate a ti mismo lo que te muestra. Él te enseña lo que hay.

Veamos este cuento oriental…




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“Iriku había querido mucho a su padre. Ahora, el anciano se había reunido con los antepasados. A menudo, cuando trenzaba una cesta de bambú, Iriku pensaba:

“Si mi mujer no hubiese sentido tanta aversión por mi honorable padre, él hubiera sido más feliz en la vejez. Yo no hubiera vacilado en mostrarle mi afecto, mi respeto filial. Habríamos tenido largas y dulces conversaciones. Me habría contado cosas de la gente y las cosas del pasado…” Y lo embargaba la melancolía.

Un día de mercado, Iriku el cestero terminó su reserva de cestas más rápido que de costumbre. Se paseaba desocupado entre los puestos, cuando vio que había un comerciante chino que solía vender objetos extraños.

 

“Acércate, Iriku –dijo el comerciante-, mira qué cosa más extraordinaria tengo”. Y con aire de misterio sacó de un cofre un objeto redondo y plano, cubierto de paño de seda. Lo puso entre las manos de Iriku y, con cuidado, quitó el paño. Iriku inclinó la cabeza sobre una superficie pulida y brillante. Reconoció en su interior la imagen de su padre, tal como lo había visto en sus tiempos juveniles. Emocionado, exclamó:

“¡Este objeto es mágico!”

- ¡Sí –dijo el comerciante-, lo llaman espejo, y es valiosísimo!”.

Pero la fiebre poseía a Iriku:

“Te ofrezco todo lo que llevo encima –dijo-. Quiero este “espejo mágico” y llevarme a casa la imagen de mi amado padre”.

Tras largas discusiones, Iriku dejó en el puesto del comerciante todo lo que había ganado aquella mañana.
En cuanto llegó a casa, Iriku se fue al granero y ocultó la imagen de su padre en un cofre. Los días siguientes, desaparecía, subía al granero y sacaba del cofre el “espejo mágico”. Se quedaba largos momentos contemplando la imagen venerada y se sentía feliz. Su mujer no tardó en darse cuenta de su extraña conducta. Una tarde, cuando él dejó un cesto a medio hacer, ella lo siguió. Vio que subía al granero, buscaba en un cofre, sacaba un objeto desconocido y lo miraba largamente adoptando un aire de misterioso placer. Luego lo cubría con un paño y volvía a guardarlo con gestos amorosos. Intrigada, esperó hasta que se fue, abrió el cofre, encontró el objeto, apartó el paño de seda, miró y vio: “¡Una mujer!”. Furiosa, bajó e increpó a su marido:

“¡Así que me engañas yéndote al granero a contemplar a una mujer diez veces al día!”

- ¡Que no! –dijo Iriku-, no te quería hablar de eso porque tú no apreciabas mucho a mi padre, pero lo que voy a ver es su imagen, y eso apacigua mi corazón.

- ¡Miserable mentiroso! – vociferó la mujer-. ¡La he visto con mis ojos! ¡Lo que tienes escondido en el granero es una mujer!

- Te aseguro que…

La discusión se fue envenenando y estaba haciéndose infernal, cuando llamó a la puerta una monja. La pareja le pidió que hiciese de árbitro. La monja subió al granero, volvió y dijo:

“¡Es una monja!” 

 

sábado, 10 de mayo de 2025

CÓMO CALMAR LA MENTE

 Uno de los logros de mayores consecuencias positivas para nuestra vida, es calmar la mente. A tod@s nos gustaría saber hacerlo; en los momentos difíciles y aún en los amables.

 

Tener el poder de controlar los pensamientos y saber gestionar las emociones que se derivan de ellos nos convertiría en verdaderos capitanes de nuestra vida. Nos haría fuertes e indestructibles. Nos alejaría de las batallas infinitas que tantas veces libramos con nosotros mismos.

 

No es sencillo. Nadie nos ha enseñado nunca a hacerlo, sin embargo es tan necesario que se convierte en una herramienta imprescindible para encarar la vida y sus dificultades. 




 

Si te sientes validado contigo, si tu mente está tranquila, si no se altera ante lo que te descontrola, si es capaz de observar “ desde fuera” lo que sucede dentro…habrá ganado cualquier batalla.

 

Los lectores se preguntarán ahora mismo cómo se hace eso. De qué forma empiezan. Si tienen que ponerse en posición de loto y meditar o si, para ello, se necesita alguna habilidad especial solo dada a un@s poc@s. Nada de esto funciona por sí mismo. 

 

Debemos comenzar poco a poco. Lo primero que debemos hacer es frenar los pensamientos, no dejar que se desboquen, pensar poco, lento y bien. Necesitamos pensamientos de calidad, no aquellos que nos boicoteen o nos contaminen. Hablar con nuestra mente, calmarla y darnos unos segundos para poder cambiar los pensamientos negativos por otros, al menos, “ neutros”.          Proponernos no juzgar y criticar todo lo que no encaja con lo nuestro, dejar que otr@s piensen diferente y no ver en ello una amenaza para nuestro ego. Saber que sustituir los pensamientos negativos por palabras de anclaje, nos permitirá desenfocar la atención hacia lo que no nos gusta o hacia lo que nos daña. Por ejemplo, en vez de pensar: …” Qué mal me cae esta persona, solamente oírla hablar ya me molesta”… podemos cambiarlo por las palabras…” estoy en calma”, “no pasa nada”, “ estoy tranquil@” y dejar fluir, dejar que pase, dejar que suceda lo que no podemos cambiar.

 

Si no logramos frenar la caída libre de nuestra rabia, ira o indignación nunca seremos felices, nunca estaremos tranquilos, nunca lograremos la calma tan necesaria para otras situaciones seguro más importantes. 

 

Comienza por detenerte y enfocarte en una palabra que te de serenidad, por pequeño que sea el momento en que lo logres será el comienzo de un camino que te reportará muchos beneficios para ti mism@.

 

DETENTE, SUELTA Y CONFÍA.

 

domingo, 4 de mayo de 2025

!A TI MAMÁ..Y A TODAS LAS MADRES!

 

A la palabra más dulce,

 

Al ser más hermoso,

 

Al amor incondicional,

 

Al querer siempre y en todo.

 

A ti mamá, que tu desvelo

 

era siempre los “otros”,

 

A tu mirada infinita,

 

Llena de dulces riñas

 

Y mejor apoyo…




 

A tus manos tiernas,

 

Tendidas, atrapando

 

Tristezas y sollozos,

 

A lo profundo de tus ojos,

 

A tu poder de maga

 

Convirtiendo el invierno

 

En cálido rescoldo,

 

A los desvelos continuos

 

Que llevaron tus sueños,

Tantas veces, 

 

a profundos pozos.

 

A la forma de ocultar,

 

la tristeza de los silencios

 

que inventaron otros.

 

A la manera de callar

 

La indignación 

 

que rebosaban tus poros.

 

Al sufrimiento callado

 

Y al infinito gozo

 

De tenerte a mi lado,

 

Siempre y para todo.

sábado, 26 de abril de 2025

TE CUESTA DECIR "TE QUIERO"?

 Muchas son las veces en las que sentimos con fuerza, muchas las que nos gustaría que otras personas lo supieran, pero no todo el mundo puede expresarlo.

 

         He comentado esto en múltiples ocasiones con mis alumnas, lo he reflexionado con personas cercanas y en todas ellas, quienes no pueden expresar sentimientos con facilidad, hay varios factores comunes y circunstancias externas que provienen, casi siempre, de modelos de la infancia.  




 

        Por un lado, si nos hemos criado con modelos de padres autoritarios, que a su vez no expresaban el cariño, aunque lo sintiesen e incluso que ellos los juzgaban como una debilidad, el resultado es una especie de “ cobardía”, de “pudor” o “de vergüenza” para manifestar fuera lo que se siente dentro. Por otro, el modelo contrario también nos lleva a lo mismo. Personas demasiado intensas en la manifestación del cuidado, del afecto o del mimo generan rechazo ante tanto arrumaco.

 

         De cualquier manera, deberíamos hacer un esfuerzo por expresar lo que sentimos. Siempre ayuda ser sinceros, siempre libera hacer llegar al otro lo que de verdad alberga nuestro corazón y, sobre todo, siempre esa actitud de apertura allanará caminos en el difícil mundo de las relaciones  humanas.


Eso sí, elige bien con quién tienes esas cercanías. No todo el mundo quiere o necesita nuestras muestras de afecto. Otra cosa diferente es valorar cuánto lo necesitamos nosotros y cómo somos de inteligentes emocionales para hacerlo con quién lo merece.

sábado, 19 de abril de 2025

SENTIMIENTOS INVISIBLES, GENTES ROTAS

 Unas personas se prodigan más que otras. Hay gente que pasa desapercibida, porque quiere pasar, porque no le gusta destacar o porque su timidez se esconde detrás de una inteligencia silenciosa que apenas se nota.

 

         Otras, son todo lo contrario. Prefieren que hablen de ellas aunque sea mal. Les gusta la notoriedad; la necesitan para revalidarse y empoderar su ánimo. 

 

         Para mí, no es criticable ni una cosa ni otra. Unos no molestan y otros divierten, a veces. De cualquier modo, ambos tipos de persona tienen, posiblemente, tras de sí una biografía que explica sus comportamientos tanto como su forma de ser.

Lo realmente penoso es la invisibilidad de las emociones, sobre todo cuando estas hacen daño a la persona.






 

         En muchas ocasiones, estamos junto a amigas/os, compañeras/os, familiares…y no sabemos los sufrimientos que llevan dentro. Ni atisbamos su dolor ni el calvario por el que están pasando. Muchas veces, somos ciegos y sordos en estos temas. Y el sufrimiento campa a sus anchas junto a nosotros sin enterarnos.

 

         Es cierto que no es fácil ayudar a quienes lo llevan tan dentro. A veces, aunque te percates de ello no te dejan pasar más allá de los límites de su miedo, su angustia o su debilidad. Otras, no somos capaces de conectar con la manera de estar junto a ellas con una escucha receptiva, donde no oigamos para responder, sino para comprender. Eso solo es ya suficiente y alivia el peso del dolor del otro. 


La mayoría de las ocasiones, no se necesita más. Que te escuchen, que te cojan la mano, que te miren a los ojos y que sepan que estás ahí, entendiendo lo que le está pasando, apoyando sus decisiones, resistiendo a su lado.

 

         Todo pasa. El tiempo todo lo acomoda. Solo hay que esperar y mientras tanto, saber que hay personas que te quieren, que están junto a ti y que, sobre todo, comprenden tu historia como tú la vives, porque es muy fácil opinar cuando no llevas puestos los zapatos del otro, ni tienes que dar sus mismos pasos.

 

         Acompaña. Escucha. Comprende. Transmite tu afecto. Eso es suficiente para reconfortar su alma.

domingo, 13 de abril de 2025

UN SOLO LUGAR DONDE ESCONDERNOS

 A veces nos gustaría escondernos. Desaparecer o ser invisibles. Son momentos, días, épocas en las que no estamos para nadie, incluso para nosotros mismos.

 

Con razones para ello o incluso sin ellas, no querríamos dar explicaciones a nadie, ni que nos increparan por cualquier cosa o que nos impelieran a participar con alegría en salidas, reuniones o quedadas que nos parecen ajenas.



         


                                                

         Hoy en día predomina una especie de conspiración contra la tristeza, el desencanto o la apatía. Hay una tiranía, a veces, insufrible con el bienestar, con la positividad y con la, muchas veces, falsa alegría a la que parece que todos deberíamos rendir culto. Pero las desgracias suceden, las enfermedades llegan, los desencuentros suceden y todo ello nos lleva a un estado de malestar incompatible con lo que la sociedad del momento exige.

 

         No nos preparan para vivir. No hay una asignatura que nos ayude a gestionar las emociones, ni tampoco existen aprendizajes específicos que nos enseñen cómo dirigirnos en un problema, como afrontar los miedos o de qué forma acometer lo que asusta.

 

         No tenemos  dónde escondernos, salvo dentro de nosotros mismos.  A lo largo de la vida uno puede tener suerte y adquirir herramientas con las que enfrentar cada reto que se nos presenta, o puede que no. En cualquier caso tenemos derecho a la tristeza, a no querer hablar, a recogernos para sentirnos mejor.

Por eso, sí. Si puedes llorar, enfadarte, estar triste, abstraerte en el silencio y la soledad o volverte invisible ante los demás entrando en ti.

 

Dentro es el único lugar donde el ruido es tuyo, pero tú eres quien mejor puede invitarle a irse para recomponerte y salir abrazando la alegría perdida.

 

sábado, 5 de abril de 2025

LA MEDIDA JUSTA... ¿LO HACES ASÍ?

 Siempre he sabido que dar o darte en exceso no es lo más conveniente. Lo he reconocido con mi mente racional, pero no con mi corazón entregado al que siempre le parece poco lo que da.

 

Nuestro razonamiento nos confunde muchas veces. Creemos que cuanto más demos mejor estarán los demás, pero lamentablemente no funciona así. 

 

Veamos un breve cuento sufí que nos trae una enseñanza muy adecuada al tema que nos ocupa.




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Un Maestro dejó a uno de sus discípulos un arrozal para que lo cuidara durante tres años. Cuando el primer año llegó a su término, el Maestro fue a ver el campo y la cosecha había sido muy buena, puesto que el discípulo había provisto a la tierra del agua que necesitaba. Transcurrió otro año, y resultó que la cosecha fue más abundante que la anterior, puesto que el joven había abonado convenientemente el campo. Cuando el tercer año finalizó, el Maestro se dirigió al arrozal para ver los resultados obtenidos. Pero resulta que el discípulo, entusiasmado con lo producido en el año anterior, abonó demasiado la tierra que dio muchísimo arroz pero tan pequeño y frágil que no servía para comerciar con él. En realidad, fue una cosecha inútil, y  el trabajo realizado no dio ningún fruto.


Entonces el Maestro dijo a su discípulo: «Así pasa con las personas. Fortaleces a alguien cuando le ayudas un poco. Pero si le ayudas demasiado, lo debilitas. «

 

Efectivamente, no por regar más a una planta va a crecer mejor. Se encharcará de agua y morirá por exceso de ella.

 

Seamos capaces de equilibrar nuestros sentimientos, nuestras respuestas, nuestras reacciones.

 

         La mayoría de las veces, solamente con el punto justo, se crece o se avanza. Ni la escasez favorece ningún proceso, ni la abundancia lo mejora.

 

         Es difícil el equilibrio, pero es necesario para no asfixiar a los demás. Esto sirve igualmente cuando reclamamos sentimientos o respuestas de vuelta. 


           No te agobies, se tranquilo/a, reposa en la serenidad de aceptar lo que llegue y aportar lo que debas; eso sí, siempre con mucho amor como hilo conductor de nuestros actos. 


Todo será mucho más sencillo, entonces.