La
vida tiene ciclos, el ser humano también. Los problemas se suceden, los
errores, las frustraciones y las desgracias llegan…pero la capacidad de
regeneración que tenemos es superior a lo que nos suceda, de otra forma no nos explicaríamos
catástrofes insufribles que a muchas personas les suceden.
Es difícil mantener la calma y de hecho
es una excelente terapia echar fuera todo lo que nos oprima el corazón. El
llanto, la melancolía, la tristeza y todas aquellas emociones que nos asolan
han de ser permitidas, de lo contrario anidarán en el alma de tal forma que nos
anularán definitivamente convirtiéndonos en lo que nunca hubiésemos querido ser.
A veces la falta de óptica en el juicio
de lo que nos pasa sobredimensiona los problemas. Hay que valorar adecuadamente
lo que nos sucede y saber que hay cosas que pueden ser mucho peores y sobre
todo, que todo pasa y que el tiempo es tan justiciero e implacable que nada deja
sin transformar ni resolver, de una u otra forma.
Hay determinados pensamientos
instalados en nuestras creencias básicas que debemos desechar porque si
insistimos en tenerlos, la sensación de ser unos desgraciados llegará sola.
Lo primero que nos han enseñado mal es
que debemos caer bien a todo el mundo y toda la gente debe apreciarnos y ser justa
con nosotros. No tiene por qué ser así y tampoco necesitamos que lo sea para
ser felices.
Otro pensamiento o creencia exagerada
es la idea de que tenemos que ser excelentes, hacerlo todo bien y acertadamente. Somos humanos. Podemos
equivocarnos y debemos dejarnos ese margen al error.
Por último, creer que las cosas deben
sernos siempre favorables también es un arquetipo ilógico que mantenemos cuando
valoramos como debe irnos la vida. A todo el mundo se le tuerce el camino, alguna
vez…o muchas.
Para tener una vida valiosa y feliz no
hay que estar siempre arriba, ni ser los mejores continuamente, ni llegar a la
meta los primeros en todo. Para estar bien con uno mismo, hay que renovar la
esperanza en nosotros, la fe en nuestro valor y la seguridad en que “no hay
nada tan alto como estar abajo y estar bien”.
¡Feliz
comienzo de semana!
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