Una de las peores sensaciones que podemos experimentar es la duda. El temor a equivocarnos nos lleva a no decidir, a estar quietos en el malestar y a veces, a seguir con situaciones que no queremos por dudar tanto sobre sus posibilidades de éxito.
El desequilibrio al que nos dirige la falta de resolución afecta, sin duda, a todos los ámbitos de la vida. No somos capaces de tomar una decisión y nos sentimos mal por ello. Tampoco somos capaces de olvidar el resto de las opciones y centrarnos en lo que hay en el aquí y el ahora, por lo que también nos sentimos fatal. No podemos quedarnos con una sola opción, ni queremos experimentar lo nuevo. Es como si quisiésemos ver en una pantalla de cine cómo sería nuestra vida con la decisión que no acabamos de tomar, pero a la vez, seguir seguros en la rutina de lo que nos impulsa a escapar por si lo que vemos no nos gusta.
Sin embargo, uno comprueba que cuando se toma una decisión, las dudas desaparecen; se esfuman como por arte de magia, nos abandonan para instalarnos en la fortaleza de saber que tenga el resultado que tenga, hemos hecho lo correcto; y lo correcto es siempre lo que indique el corazón.
La toma de decisiones nos libera de la prisión de la duda. Nos hace grandes por saber qué camino queremos y nos llena de orgullo haber podido decidir sin titubear, aquello que al menos intuimos como propio. Los caminos de dispersan y solamente queda una vía por donde dirigir los pasos. La duda siempre confunde, retuerce y complica el pensamiento. Hay que elegir la acción y sea como sea, tomarla como bandera para no volver la vista atrás. Caminar siempre al frente con la seguridad de ser capaces de trazar la línea por donde dirigirnos a la meta. De no depender de nadie, de ser autónomos y libres. Capaces de saber que lo que uno decide es siempre lo mejor, porque así debe ser. Lo que vivimos siempre es lo correcto. Siempre lo que debimos hacer. Cualquier camino que escojamos nos llevará a cumplir con el plan que nos trazamos. ¿Por qué dudar entonces?¿De qué hacerlo?...todo llegó con nosotros. Todo continuará junto a nosotros. Nosotros somos ese Todo. No hay lugar para dudar. No hay espacio. No hay tiempo. Lo que decidamos siempre, siempre será lo debido.
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