Volver a algo a veces es un placer; otras
es una condena y a la mitad del camino, entre una cosa y otra, está la sensación
de recuperar la normalidad, que a la larga se convierte en una circunstancia,
al menos, segura.
Ya
nos conocemos en las rutinas. Ellas nos dan seguridad y sobre todo nos instalan
en la comodidad de saber dónde estamos y cómo lo hacemos.
Las
sorpresas, los días de fiesta, los encuentros, los abrazos, las risas y las
noticias enlatadas que intercambiamos a lo largo de estos días, ya quieren
ceder paso a los horarios matutinos, a la sensación de protesta incondicional y
a ese ceño fruncido que se nos pone cada vez que se agolpan las tareas y no
podemos con todo.
Hay,
también, una sensación de añoranza, de pérdida de libertad, de disfrute ya
sucedido que nos deja un gustito de boca muy especial. Nos agrada sentir que, a
pesar de haberlo pasado bien o mal, estábamos en un tiempo diferente, en unos
días especiales que se han ido.
Este
juego de contrarios nos ayuda a retomar la vida normal, la del día a día, la
que estamos locos por cambiar pero que cuando lo hacemos también añoramos.
Estrenamos
un nuevo año, nueva ropa, regalos, tal vez, e intenciones que acaban de ponerse
en práctica tratando de no fracasar. Estamos subiendo los primeros escalones de
los propósitos, las promesas y los proyectos. Es fácil hacerlo al principio;
nos sentimos un poco nuevos, un poco mágicos aún y bastante decididos a que
este año, por fin, podamos lograr lo que siempre queda en mera fantasía.
Solamente
nos hace falta mantener la intención. Perseverar en ella con la única voluntad
del día a día. Es lo mejor. Las metas largas no sirven. Hay que levantarse en
la mañana y decidir que por ese día vamos a cumplir lo que nos hemos propuesto.
Sin más.
Después
de ese día vendrá otro nuevo en el que el mismo afán abarcará únicamente esas
24 horas. Uno tras otro…y al final, este será el año en el que hagamos realidad
muchos de los sueños que dependen de nosotros. Y no olvidemos que son casi
todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario