Hay muchas
formas de comenzar bien el nuevo año pero quizá una de las más útiles y que nos
dejarán mejor estado en el corazón, es olvidando lo que hizo daño y se quedó en
el pasado y recordando lo que nos hizo vibrar y siempre estará presente, como
un dulce suave o un delicado licor inundando un gozo que no se va.
Volcar los
enojos en la soluciones nos va a permitir comenzar la andadura de estos nuevos
días con libertad para hablar, para aceptar y para rechazar lo que no queremos
en nuestra vida. Las soluciones a nuestros problemas están en nuestros
pensamientos positivos; ésos que darán como resultado una actitud abierta y expectante
ante lo que suceda y los que serán capaces de no presuponer, de no aumentar, de
no ver donde no hay.
No hay más
remedio que alimentarnos de todo aquello que nos estimule, nos beneficie, nos
fortalezca y nos ayude a seguir creciendo para ser mejores personas.
…” Cuenta una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el
desierto. En un determinado punto del viaje discutieron y uno le dio una
bofetada al otro.
El otro, ofendido, sin nada que decir,
escribió en la arena:…Hoy, mi mejor amigo me ha pegado una bofetada en el
rostro.
Siguieron
adelante y llegaron a un oasis, donde decidieron bañarse. El que había sido
abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse y su amigo le salvó. Al recuperarse, tomó un estilete y escribió
en una piedra:…Hoy, mi mejor amigo me ha salvado la vida.
Intrigado,
el amigo preguntó:
-¿ Por
qué después de hacerte daño, has escrito en la arena y ahora escribes en una
piedra?.
Sonriendo
el otro amigo respondió:
-
Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la
arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y
apagarlo; pero cuando nos pasa algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de
la memoria del corazón, donde viento ninguno, en todo el mundo, podrá borrarlo.
Este en
mi mensaje para hoy. Olvidar lo que nos ha dolido tanto para no prolongar una
agonía de lo que debe estar muerto. Acrecentar los recuerdos de lo que nos ha
hecho feliz para prolongar esa felicidad fructífera que solamente ha de
engendrar más felicidad; o en cualquier caso, dejarnos siempre, al menos, un
buen sabor de boca.
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