Domingo
anterior
.-
¡Marco, Marco!...
.-¡Owen!
¿estás sólo?¿Ya marchó Nicoleta?
.-¿Nicoleta
ha estado aquí?.
.-¿Owen
pero qué te pasa?. Tu mismo la dejaste pasar. Tengo que confesarte que me
extrañó después de la última vez que la viste.
.-¡Ha
sido ella!.
.-No
entiendo Owen. ¿Qué ha hecho?.
.-Se
ha llevado las claves de acceso a los documentos.
.-Owen,
¿qué claves?.
.-Perdona
Marco. No te lo he contado. Ven a la mayor brevedad. Tengo que
hablar contigo.
.-
Bien Owen, volveré rápidamente.
Owen
colgó el teléfono lleno de rabia. De nuevo le había engañado. No podía creer
que él mismo la hubiese mandado entrar. (…)
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Domingo
28_06_2015
Nicoleta
era una mujer menuda y sagaz, llena de una ambición desmedida que rebasaba todo
sentimiento noble. Incluso la amistad de Owen se había convertido en un
trampolín para sus insanos intereses.
Aquella
libreta contenía todos los datos incriminatorios para la red de tráfico de
órganos que lideraba el matrimonio Brian. Suponía una suculenta cantidad de dinero
en el mercado negro y sabía que estaba en poder de Owen.
La
relación de ambos había pasado por muchas etapas. Se conocían desde la
universidad y siendo amigos les sorprendió un apasionado romance que Nicoleta
habría terminado muy pronto con una descarada traición con su amigo más cercano.
Desde
entonces, les unía un cúmulo de intereses académicos en los que ambos
participaban. Sin embargo, su relación había dejado de ser idílica para
convertirse en una aparente amistad en la que siempre pesaría aquel inmenso
dolor que Owen no podía olvidar.
Mientras
esperaba a Marco revisó el ordenador. De pronto comprobó que el sistema no daba acceso a la información.
.-¡No
puede ser!. Hay un troyano.! Ha borrado los archivos del sistema!.- Nicoleta
había destruido la información del disco duro y se había llevado la copia de
seguridad encriptada.
-
No conoce la forma de descifrarla.- pensó.- Es un código Cisco elaborado por mí
mismo.- Eso le dio una especie de ficticia tranquilidad.
Marco
entraba por la puerta ahogado por una respiración entrecortada casi asfixiante.
.-
Owen ¿Estás bien?. Se ha estropeado el ascensor.- En la mano traía algo
semejante a una carta.- He encontrado esto delante de la puerta. Pone tu
nombre.
Owen
se acercó precipitadamente a aquel trozo de papel aún sellado.
.-
Es de Nicoleta. ¡La muy…!
.-Tranquilo
amigo, ella no puede hacer nada.- Y diciendo esto sacó de una cartera de piel
envejecida, un pen driver diminuto y reluciente.
.-¡Marco
amigo mío!. ¡Hiciste copia de seguridad!
.-
¡Por supuesto!, siempre supuse que podría suceder algo parecido.
.-¡Eres
un magnífico ayudante Marco!. ¡Estamos salvados!.- Mientras decía esto, Marco
alargó aquella extraña carta que llevaba consigo, hasta la mano de Owen. Este
la cogió despacio, casi con miedo, y comenzó a desplegar la solapa que
encerraba su contenido.
(…)
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