Es
importante saber despertar, primero porque a veces nos gusta tanto el sueño que
no quisiéramos hacerlo nunca y otras porque quisiéramos hacerlo tan rápidamente
que anulase al instante lo que nos hace sentir la pesadilla.
Posiblemente,
lo mejor es saber que cuando estamos dentro de un sueño, éste lo es y aún así
gocemos absolutamente de él sin querer despertar.
A
todos nos ha pasado, alguna vez, estar en el medio de un sueño y despertarnos
sin querer y volver a dormir para poder retomarlo. A veces lo conseguimos. Otras
es imposible encontrar un sueño igual.
Lo
mejor de todo es despertar y encontrar, que en la realidad, nos acercamos a lo
que se parece a nuestro sueño. Entonces estar en él será una gloria, un paraíso
que hay que cuidar sin remedio porque lo único que nos llevamos al final de la
vida son las experiencias, los recuerdos, las vivencias que sean nuestras y
solamente nuestras.
Las
personas que están a nuestro alrededor, nos quieran o no, no pueden encargarse
de nuestra felicidad porque experimentarla es algo que solo compete a cada uno.
No significa que no se ocupen de hacernos felices, otra cosa es que nuestra
felicidad, la que siente expandirse el corazón, dependa de ellos. Con intención
o sin ella, invertir en lo que nos hace plenos es solo cuestión nuestra.
La
clave está en descubrir en qué consiste lo que nos hace sentir tan bien. Una
vez definido, el camino es sencillo. Insistir, persistir y resistir en los
cuidados que debemos dedicar a lo que más nos gusta. El resto es la otra parte
de la vida que estamos obligados a cumplir; ésta otra es devoción y por tanto
placer en estado puro.
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