viernes, 13 de julio de 2018

TODOS NOS TENEMOS MIEDO



Comenzamos una serie de relatos muy breves de este mítico personaje sufí Nasreddin, o Nasrudín, cuyas historias sirven para ilustrar o introducir las enseñanzas sufíes. Se supone vivió en la Península Anatolia en una época indeterminada entre los siglos XIII y XV. También se le conoce como "El maestro Nasreddin" (Nasreddin Hodja) y Mulá Nasrudín.

Su origen es medieval y se le conoce en lugares como Egipto, Síria, Asia central, Pakistán y la India. También en Turquía y Rusia. Su fama se extiende desde Mongolia hasta Turquía, e incluso el sur de Italia, en Sicilia (donde es conocido por el nombre de Giufà) y en Cerdeña, y sus aventuras y anécdotas se cuentan en multitud de lenguas distintas.



Hoy trata del tema del miedo que unos nos tenemos a otros lo que provoca el recelo, la desconfianza y la coraza con la que nos relacionamos muchas veces. En ocasiones, son temores inducidos por golpes emocionales que hemos llevado de otros; a veces un modo de protegernos antes de que nos los den, pero en cualquier caso, el miedo al miedo que unos y otros nos profesamos ante el temor de lo desconocido.

Cuento 1:


…”Una noche Nasrudin caminaba en solitario por una calle. De repente se dio cuenta de que unos cuantos hombres a caballo se dirigían hacia él. 

Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser asaltantes, que podían matarle. O que podían ser soldados del rey y que podían llevárselo para que prestara el servicio militar o cualquier otra cosa mala. Se asustó y cuando los hombres y el ruido de sus caballos se acercaron, se puso a correr y entró a toda prisa en un cementerio. Para esconderse se tumbó rápidamente en una fosa abierta.
Los jinetes – que eran simples viajantes – se sorprendieron al ver a aquel hombre corriendo. Siguieron Nasrudin y se acercaron a la tumba en que estaba. Él estaba allí con los ojos cerrados como si estuviera muerto. 

Los hombres le dijeron:

- ¿Qué te sucede?
- ¿Por qué te has asustado tanto de repente?
- ¿Qué pasa?
Entonces Mulla Nasrudin se dio cuenta de que se había asustado a sí mismo sin motivo. 

Abrió sus ojos y dijo:

- Es algo muy complejo, muy complicado. Si insistís en preguntarme por qué estoy aquí, os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía.”


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