lunes, 13 de junio de 2016

NO PUEDES HACERLO POR MI




Estamos equivocados cuando pensamos que podremos ayudar a nuestros hijos, a los hermanos, a los padres, a las parejas o a los compañeros a resolver sus propios duelos.

 Nadie puede hacer nada por nadie. Tenemos que hacerlo nosotros. Las tareas, el trabajo, el recorrido…siempre es nuestro. Y si no lo fuese, en realidad no aprenderíamos.

Los ejemplos enseñan, los modos enseñan, las maneras, el lenguaje no verbal; todo enseña y nada, a la vez logra la enseñanza definitiva.

Lo que de verdad enseña es la experiencia propia. Sufrirlo en ti. Cuando sucede así, entonces integramos lo aprendido y no se nos olvida jamás porque al volver a recordarlo irán asociados un montón de sentimientos, emociones, dolores o sin sabores con ello.

Vemos este breve y sugerente cuento.

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Se dice que un maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma.

-Maestro -lo encaró uno de ellos una tarde- tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado…

-Pido perdón por eso -se disculpó el maestro-, permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
-Gracias maestro -respondió halagado el discípulo.

-Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?

-Sí, muchas gracias -dijo el alumno.

-¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?

-Me encantaría…, pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro…

-No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte… Permíteme que también te lo mastique antes de dártelo…

-No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! -se quejó sorprendido el discípulo. El maestro hizo una pausa y dijo:
-Si yo les explicara el sentido de cada cuento, sería como darles a comer una fruta masticada..

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