DOMINGO
ANTERIOR
…”El
timbre de la puerta sonó repetidamente. Swa abrió cuidadosamente esperando
encontrar al paciente al otro lado. No era él. Una mujer atractiva y de gesto
petulante preguntaba por el doctor con una familiaridad desconcertante.
.-¿Desea
una consulta?.
.-Owen.
Quiero ver a Owen.- Swa se inquietó al instante sin saber muy bien por qué. Era
una especie de corazonada. Una intuición certera y demoledora que hizo temblar de miedo todo su cuerpo. (…)
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El
ascensor se abrió en este intermedio y apareció un hombre alto de cara adusta y
de gesto inquieto. No dijo nada. Se colocó al lado de la mujer e hizo ademán de
demostrar su fortaleza. Metió sus manos en los bolsos y comenzó a manipular un
objeto dentro de ellos.
.-No
tenemos tiempo que perder. Déjenos pasar.- Dijo la mujer un poco más calmada
ante la presencia de su amigo.
Swa
respondió con una negativa.
.-El
doctor no está en estos momentos.- Sin embargo, un sonido brusco llegó desde el
despacho de Owen, junto a sus pisadas inconfundibles alrededor de su mesa.
.-¡Déjenos
pasar!.-Increpó el hombre que pareció comenzar a enfadarse.
.-Un
momento…- Y diciendo esto Swa intentó cerrar la puerta a la mayor brevedad
posible, pero el pie y la mano de aquel hombre empujaron la puerta abriéndola
sin remedio.
.-¡Owen,
Owen!...Swa intentaba, desesperadamente avisar al doctor de un peligro cuyo
alcance no podía conocer en aquellos momentos.
La
pareja de desconocidos se adentraron en la clínica hasta llegar a la puerta del
despacho del psiquiatra. Entraron sin llamar.
Swa
palidecía por momentos suponiendo las oscuras intenciones de ellos.
.-
Abrieron la puerta y se encontraron con un despacho vacío. Buscaron por todos
los espacios de aquella amplia habitación sin éxito. Efectivamente el doctor no
estaba allí. Le habían oído caminar segundos antes. Era imposible que no se
encontrase en aquella estancia.
.-
¡Vamos, aquí no está. Pero no se escapará de nosotros.-Dijo el hombre con un
brusco contoneo en el ritmo de su marcha. La mujer le seguía callada. Sin
embargo, antes de desaparecer escaleras abajo, se volvió hacia Swa y le entregó
algo semejante a un colgante egipcio.
.-Dáselo.
Él lo entenderá.
Swa
perpleja y asustada no podía salir de su asombro. Owen estaba en la casa cuando
ellos llegaron. ¿Cómo habría podido huir? ¿De qué forma se percató de su
presencia?¿Por qué era tan peligrosa aquella visita?.
Cerró
la puerta angustiada y ansiosa de encontrar una solución a todas estas
preguntas. Y comenzó a llamar a gritos al doctor. Las lágrimas rodaban por sus
mejillas a borbotones.
¿Quién
era en realidad aquella afable persona que le había despertado tan profundos
sentimientos de protección y ayuda?. ¿Se merecía su amor? ¿O acaso era víctima
de las circunstancias de un pasado aterrador e inconcluso?.
Pasaron
unos instantes donde solo el silencio acompañó su llanto. Se sentó en uno de
los cómodos sofás de la sala de reuniones. Metió su cara entre sus manos y
continuó llorando amargamente.
Al
poco rato, Owen salía de su despacho con el pelo alborotado y con la cara
desencajada.
.-¡Owen,
amor mío!, amor mío!.-Swa se abalanzó sobre él y se fundió en un abrazo apretado
y compasivo en el que pretendía recomponer los pedazos de aquel hombre lleno de
misterios.
Sintió
el frío húmedo de las lágrimas del doctor sobre sus mejillas. Una inmensa
impotencia acuciaba aún más sus deseos de ayudarle.
.-¿Dónde
estabas?. ¡Qué sucede Owen?. No me has contado todo.- El psiquiatra tomó la
mano de aquella angelical mujer y le llevó hasta la biblioteca del despacho que
ocupaba. Allí desplazó una de sus estanterías y mostró a Swa el escondite que
había utilizado.
.-Owen,
es el momento de que me cuentes la razón del grave peligro en el que te
encuentras; solo así podré ayudarte.- El doctor comenzó a gritar,
descontroladamente, golpeando de nuevo su cabeza contra la pared.
Aquella
situación comenzaba a convertirse en un peligroso juego de adivinanzas que
sumió a Swa en un profundo desconcierto. ¿Sería capaz de seguir a su lado a
pesar de todo? (…)
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