lunes, 12 de noviembre de 2012

PUNTO DE ENCUENTRO

La mayoría de las veces perdemos la referencia del punto de encuentro con ciertas personas. Nos olvidamos de dónde partían ellas y dónde nos encontraron a nosotros. Dejamos de lado el escalón que ocupan y obviamos con facilidad cómo han pasado la vida hasta que se cruzaron en nuestro camino.
Somos unifocales en nuestra visión de los demás y solemos, con frecuencia, mantener un muro a cada lado de los ojos que nos impide ver por los laterales de la realidad. Pero ésta nunca se explica desde una sola dimensión y para entender a los demás, y entendernos, hay utilizar todas las posibles.
Cuando no encontramos a la otra persona donde la dejamos debemos buscar por los alrededores del lugar donde quedó la última vez o tal vez más allá, en un punto que solamente se alcanza con la mirada amplia y el corazón abierto.
Muchas veces perdemos las coordenadas porque deseamos poner las referencias según nuestro propio mapa y el territorio de la otra persona se desdibuja en un plano en el que nos e encuentra.
Hay que respetar los ritmos, las necesidades y los anhelos del que tenemos al lado. Llevarlo a nuestro terreno solamente significará perderlo. Y en la pérdida, lo primero que no aparece es el punto de encuentro donde debemos esperarnos.
No logramos desincrustarnos de las imposiciones de nuestro ego y hacemos de lo nuestro la vara con la que medimos al resto.
Ninguna persona puede juzgarse por el resultado de sus acciones sin antes conocer las causas que le llevaron a ese estado en la conducta.
Es una cuestión de actitud. Si no estamos dispuestos a entregarnos a los demás empezando por situarlos en el marco de sus propias referencias, nunca podremos  legar puntuales a la cita y cuando estemos a punto de llegar…el otro ya se habrá ido.
¡!Feliz comienzo de semana!!  

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