domingo, 19 de mayo de 2024

DOMINGOS LITERARIOS

 ANTERIORMENTE


 

“…Llamaron a la puerta, golpeándola fuertemente con los puños. No emplearon el timbre y tampoco habían llamado desde abajo para que abriésemos el portal… ¿Quién sería aquel misterioso amigo de mi padre?. Una nueva pieza de aquel enmarañado puzle que muy pronto se colocaría también…”

 

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.-¡Abre!,  ¡rápido!... gritó mi padre, sosteniendo la cabeza de Mario que apenas podía abrir los ojos. Aún aturdida por lo que estaba sucediendo, me levanté como pude de aquella enganchada salvaje con la que me acababa de enterar que era mi hermana y salí deprisa hacia la puerta. Sin decir nada, un hombre corpulento y malencarado empujó la hoja de la puerta hasta el final y pasó con rapidez hasta el salón. Tampoco sin mediar palabra, comenzó a sacar de su maletín material quirúrgico para valorar las lesiones de Mario. Después de unos instantes, miró a mi padre con la complicidad de quienes tienen miedo de ser descubiertos y puso la mano sobre su brazo agarrando fuertemente su chaqueta.



.-No morirá. Estamos a salvo. Coloquémosle en la cama. Comprobaremos si tiene la marca.- Mi padre no dijo nada. Solamente obedeció a su amigo presagiando lo peor. Nos indicó que ayudásemos a colocarle en su habitación y una vez dentro, cerró la puerta a solas con aquel hombre, aún más huraño y esquivo que mi padre.



 La jovencita pelirroja y yo nos quedamos fuera de la estancia. Ambas acercamos nuestro oído a la puerta para intentar descifrar lo que ellos decían. Oímos murmurar dentro, así como los gritos de dolor que profería Mario por las curas que seguramente le estaba practicando este hombre recién llegado.



Allí estábamos. Dos desconocidas que tenían, al menos, un mismo padre sin saberlo hasta aquel momento. Unidas, sin embargo, por una historia dramática de la que ella, sin duda, tampoco se había librado. Nos cogimos de la mano de forma espontánea. Algo inusual sucedió entonces. Nos miramos con ternura y notamos como ambas temblábamos llenas de miedo.




.- No sé cómo te llamas. No sé nada de ti. No puedo resumirte mi vida en un instante ni creo que tu tampoco, pero estoy segura que nos une un mismo destino ante el que anteriormente estábamos solas.-Ella comenzó a llorar en silencio y se abrazó a mi…