Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 7 de julio de 2013

SEMBRAR PRIMAVERAS




         El ser humano está preparado para sobrevivir por su instinto de especie animal en un mundo siempre hostil. Cuando ha logrado separarse de ese vínculo filogenético que lo une a su progenie de antepasados en medios difíciles, ha perdido su capacidad de reacción instintiva y lo ha sustituido por una racionalización excesiva que todo lo computa y lo prevé como resultados finales sin que estos siquiera hayan sucedido aún.
         La anticipación es una capacidad genial que hemos adquirido a través de nuestra inteligencia computacional, pero ante lo más importante de la vida que es ser feliz, debe responder el cerebro límbico, el más primitivo, el que se mueve por amor y placer.
         Todo se reduce al final en eso. Sin amor se muere. Sin expresar los sentimientos, sin tocar, besar o abrazar…también. Al menos los niños si no son acariciados no resisten la durísima vida que encuentran cuando salen del útero materno. A esta enfermedad mortal se denomina “ marasmo”.
Cuando vamos haciéndonos mayores sustituimos esta necesidad por una vergüenza  absurda ante nuestras inconfesables necesidades de seguir queriendo ser abrazados y queridos. Y pasamos la mayor parte de la vida adulta diciendo que somos fuertes, es decir aguantando soledades, desamores y asperezas de los que tenemos al lado pero también reprimiendo deseos, caricias y mimos que la sociedad tilda de debilidades no teniendo en cuenta el precio que pagamos por esas carencias. Más abrazos y menos prozac. Más besos y menso depresión. Más amor y menos desolación en solitario.
         De niños somos auténticos camicaces. Nos atrevemos con todo. Cabría preguntarnos:…¿Cuándo pasamos de atrevernos con todo a tener miedo a todo?.
         Tenemos que cambiar actitudes. No podemos pasarnos el día hablando en negativo, deslizándonos por la queja y dramatizando la estupidez. No podemos pasarnos la vida sufriendo por el pasado y el futuro dejando de vivir el presente. Mucha gente ha perdido la capacidad de sonreír. Tenemos que cambiar de forma de ser.
         Hay personas que se levantan cada día sembrando primaveras y otras que se miran al espejo y solo son felices si se ven sufriendo o buscando algo por lo que sufrir en todas partes.
         Yo elijo sembrar flores aromáticas a mi paso y dejar un rastro de sonrisas en cada mirada. Porque solamente se puede dar felicidad a los demás si uno la tiene dentro pero sobre todo, si no se cesa en trabajar el hábito del optimismo cada día.

DOMINGOS LITERARIOS



CONTANDO ESTRELLAS
Me he pasado la noche contando estrellas,
mirando al cielo para preguntar en cuál de ellas
estás brillando incansable siempre,
 en ¡ qué lucero…en qué cometa!
Me acerco y miro, sigilosa y quieta
para encontrar la que lleve tu sonrisa,
tu mirada y tu olor a hierba fresca.
He hablado con la luna para ver
 si me hace un regalo y a mi te acerca,
 sobre mi cama bajo su reflejo,
y jugar con el volcán de mis entrañas
entre sábanas de seda…
He ideado mil posturas diferentes
para mi alma de nata y fresa
y en todas estaba tu cuerpo
deseoso de mi apasionada entrega.
He soñado con tu pelo cano
Y con tu boca de cereza,
con tus ojos de miel ardiente
y tus manos de deliciosa fuerza.
Te he gozado una y mil veces
Sin tenerte siquiera cerca,
lo hago cada vez que te nombro
y el placer explota en mi boca abierta.
Cada noche, mi habitación
se convierte en un firmamento
de negro tinte y clara estela
con el rastro infinito de tu olor íntimo
que en mí cuerpo, nítido se pega.
No importa que no te vea,
No importa que no te tenga,
Si yo te invento a cada instante
Y nadie puede arrebatarme
lo que mi corazón siente
y mueve mi alma entera.
No hay papeles, ni esposas, ni cadenas
para la voluntad libre
de quererte siempre tanto
aquí dentro y también fuera.
Soñar te sueño cada noche
Y no como quimera…
Que algún día estarás conmigo,
para mi solita, en nuestro jardín
de rosas blancas y hierbabuena
Y me cantarás bajito
Una canción en la que me confieses
que te mueres por mis besos
desde mi tierna infancia a la mujer
que hoy te escribe este poema.
Atrapado entre los versos
de la sopa fría que me alimenta,
con un amor de adolescente
que me hace siempre…
¡sentir tu reina!.


  

sábado, 6 de julio de 2013

CERRANDO CÍRCULOS



Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando puertas, cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos. Lo importante es poder dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminó con su trabajo? ¿Se acabó la relación? ¿Ya no vive más en esa casa? ¿Debe irse de viaje? ¿La amistad se acabó? Puede pasarse mucho tiempo de su presente "revolcándose" en los por qués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cuál hecho.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos. A pasar la hoja. Al terminar con etapas o con momentos de la vida y seguir para adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió. Y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. No. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
Por eso a veces es tan importante romper fotos, quemar cartas, destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó. No espere que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que alguna vez se den cuenta de quién es usted. Suelte.
El resentimiento, el prender su "televisor" personal para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo. La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de "regresar" (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron. ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo! Si no, déjelo ir, cierre capítulos.
Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero no por orgullo ni por soberbia sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio, usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver.
Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto nada es estático. Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida.
Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque cuando usted vino a este mundo llegó sin ese adhesivo, por lo tanto es costumbre vivir pegado a él y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir.
Es un proceso de aprender a desprenderse y humanamente se puede lograr porque, le repito, nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero... cierre, clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte...
Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!
Paulo Cohelo

viernes, 5 de julio de 2013

LAS HORAS LARGAS DE LA NOCHE




         Me pregunto qué trampa especialmente seductora tiene la noche para mantenernos despiertos absortos en nuestros miedos. Me digo a mi misma que todo pasa, que alguna cosa cambiará para que la realidad oscura y vacía que a veces se nos presenta, pueda cambiar y sobre todo me repito que el sol sale de nuevo todos los días y la luna asoma todas las noches y que en sus respectivas soledades, uno y otra, están llenos de fuerza.
         Sin embargo, cuando la oscuridad nos deja a solas con nuestra mente es cuando padecemos la amarga soledad ante nuestros problemas o ante aquello que sin serlo se agranda como un castillo de humo en el firmamento, para demostrarnos que cada vez somos más pequeños.
         Cuando se tambalean los pilares del edificio emocional es cuando la mente, siempre tan contradictoria, a pesar de lanzarnos al abismo también nos envía una cuerda. Es entonces cuando rebuscamos en lo aprendido hasta el momento, cuando tienes que sentarte frente a ti mismo para hablarte alto y claro, recurriendo a la fuente inmensa de tu amor, esa que incondicionalmente siempre estuvo ahí y siempre estará aunque ya no te acompañe. Ella tiene respuestas. Solamente hay que pedírselas.
         ¡Tantas veces la necesito tanto y no está…! Que me pregunto ¿Qué hubiese hecho ella en mi caso? …Si la tuviese delante y encontrase el valor suficiente para confesarla mis errores me habría ganado una excelsa riña, pero también sé que entre sus consejos dolorosos iría mezclada la ternura para remediar la tristeza de sentirme así. Sé también que entre la rabia infinita de reconocer mi mala memoria para con su ejemplo habría obviado mi despiste con un perdón infinito ante mis debilidades.
         Me pregunto con qué ojos miraría los míos y qué mano tendería hacia mí para acercarme a su pecho y estrecharme entre sus brazos.
         Se sentaría a mi lado y después de ceñir mi voluntad a sus quimeras me acogería su sonrisa para decirme una vez más que todo pasa, que nada me turbe, que en quien Dios confía nada teme y que en todo ello está la confianza de sentir la fortaleza que nos constituye para seguir abrazando la vida…que siempre, siempre…nos espera fuera.
         No fue un sueño, simplemente una mala noche.