Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 7 de abril de 2013

CONECTANDO LOS PUNTOS



         A veces, nos invade la tristeza. Incluso sin razones aparentes o con muchas soterradas que afloran de vez en cuando para recordarnos que no estamos solos, que hay tantos pensamientos dentro de nosotros que siempre estamos acompañados por nuestros fantasmas, en nuestras soledades.
         Cuando el ánimo quiere acompañar al día gris que se cierne sobre nuestra cabeza, ésta debe quedar en reposo. Hay que darle vacaciones al pensamiento y encontrarnos, de vez en cuando, con un espacio vacío en el que no quepa nada más que la serenidad.
         Es difícil acallar la mente. Es casi imposible no parlotear continuamente con uno mismo. Pero aún lo es más no agrandar los temores, las incertidumbres o los desasosiegos cuando nos sorprendemos a nosotros mismos debatiendo con las dudas y las inseguridades de no creer en nuestro propio poder.
         Cuando todo parece haberse quedado sin luz y ni siquiera encontramos las velas para alumbrar el círculo más íntimo, entonces es necesario parar. Detenernos sin remedio. Cerrar los ojos y ver la claridad que falta fuera. Entonces, no hay más remedio que caminar hacia el centro de uno mismo para rescatar de él lo que pueda salvarnos.
Allí está esperándonos la esencia de lo que somos, por encima y debajo de los ropajes que nos adornan, las bellezas que nos asignan o la sabiduría que poseemos. Más allá de todo eso, estará aquello que constituye el sagrado núcleo de nuestro ser, lo que nadie puede arrebatarnos, lo que da el sentido a nuestra presencia en el aquí y el ahora que vivimos.
         Hay que aprender a encontrarse. Hay que saber que lo que somos está siempre y que aunque lo que estemos viviendo no sea de nuestro agrado, al final los puntos se conectan.
         Si pudiésemos tirar unas líneas desde cualquiera de nuestras vivencias al punto de conexión de nuestra vida, en el futuro, podríamos observar cómo todo confluye.
Lo que en principio pareció una desgracia motivó, seguramente, otra vivencia que se convirtió en un camino fácil para avanzar o por el contrario, un acontecimiento feliz pudo suponer un momento de inflexión destinado a reventar las ilusiones del momento en pro de un avance posterior.
Todo debe encajar sin duda, aunque ahora no lo veamos. Por eso, cuando cierro los ojos y me encuentro en un angosto camino, pido y pido que la intuición se me acentúe y me permita adelantar y comprender para qué sirve el sufrimiento que tengo en aquel instante. Vuelvo a abrirlos en la seguridad de que en algún momento, más tarde, llegará a mí el mensaje que solicito.
Al menos, cuando abro la puerta, de nuevo, a la realidad lo hago con esperanza y sin duda, me encuentro mucho mejor.

DOMINGOS LITERARIOS




 LUNA SECA

Se ha secado la luna demasiado pronto

Ha querido salir a vernos y de nuevo se ha escondido
Duerme sin sueño en lo alto del cielo
Sin quejarse ni querer hacer ruido
Se ha escondido entre las nubes y el viento
Para que no veamos su llanto perdido.
¿Acaso sabe que siempre me has querido?
¿Tiene celos de tu amor valiente en el olvido,
o quiere raptarme cuando aún estés dormido?.
Se ha secado la luna de tanto llamarme al oído
Y no tener respuesta, ni aquel cómplice silbido.
Ella sabe que hasta aquí has venido
Para llevarme lejos y estar siempre a tu abrigo.
Llora la luna sin lágrimas ni gemidos
Porque sabe que en tus latidos
Hay un poema de amor que se ha perdido
Y sobre mis labios de nata y olivos
Se ha posado para sellarlos contigo.
FLOR Y NATA

sábado, 6 de abril de 2013

VOLUNTAD DE CAMBIO

Hay un viejo debate en mí misma aún sin resolver. ¿Podemos cambiar?¿Somos capaces de resolver lo que podemos mejorar a lo largo de la vida?¿Pueden ayudarnos? o en realidad el auténtico cambio es un imposible que se convierte en una ilusión para el que lo intenta y en una quimera para quién lo espera?.
         Me gustaría poder comprobar que se puede cambiar. En lo más profundo de mi corazón algo me dice que las estructuras de comportamiento que se ligan a nuestros hábitos básicos de supervivencia, en la felicidad, aunque nos dañen, no pueden cambiarse definitivamente. Porque realmente, hay veces que buscamos la felicidad en lo que nos hace dañ, pero a pesar de todo seguimos empecinados en caer en ello una y otra vez.
         He llegado a la conclusión, después de sufrir mucho por la espera de cambios ajenos y propios, que nadie debe cambiar por ni para otro. Que intentarlo siquiera es vano. En realidad, cuando es otra persona la que desea nuestro cambio, aunque nos favorezca, nunca se produce del todo y a lo sumo se queda en meros intentos no desprovistos de sacrificios inmensos, por parte del afectado, y de dilatadas y dolorosas esperas para quien desea ver una persona diferente a la que está a su lado.
         Pero no solo creo que uno no debe cambiar por nadie, sino que además dudo que podamos cambiar ni siquiera por nosotros mismos. Los cambios, solamente pueden sucederse si los tomamos como adaptaciones de lo que nos constituye a las realidades que se nos van presentando.
Alguna vez pensé que se podía mejorar y quiero seguir pensándolo porque de otro modo se hace muy densa la vida para convivir con los defectos propios y ajenos. Sin embargo, estoy convencida que la modificación parcial de la conducta solamente sería posible si naciese de un convencimiento pleno de la persona de la necesidad de esa modificación y, aún así, posiblemente, ni la voluntad siquiera tal vez pueda con el peso de la genética o la educación recibida en la infancia. Y si no, pensemos en personas cercanas que conozcamos profundamente o incluso, en nosotros mismos.
Analicemos nuestros cambios, valoremos si realmente solo son acomodaciones a las situaciones nuevas que se nos presentan y  hagamos un acto de reflexión interna serio para comprobar si en realidad hemos cambiado alguna vez para otro o si cualquier mínima modificación de la conducta nace exclusivamente de la voluntad imperiosa de ser y estar mejor.
         Los demás poco pueden hacer en nosotros si no tenemos voluntad de ser diferentes, si es que podemos.  A éstos solamente les queda  seguir a nuestro lado con los defectos mutuos de la mano o decir adiós a lo que no pueden aceptar ni variar.


viernes, 5 de abril de 2013

ENTREVISTA A MAMA TUNZA: “la madre que te cuida”, acoge y cría a 121 niños en Kenia



Os dejo una entrevista que me ha emocionado sobremanera... ¡Esta mujer es un ángel! Y un ejemplo para todos.
Saber que hay seres con esta bondad, es el mejor regalo.

 “…Y nos han traído una cama para cada uno, ¡con colchón!”
Tengo 53 años. Nací en Kakamega, junto al lago Victoria, y vivo al pie de las colinas de Ngong, en Kenia. Casada, parí cuatro hijos y ahora tengo 121. Dirijo el Centro para Niños Mama Tunza en Nairobi. Creo en todo lo que me dé fuerzas para seguir adelante. Soy animista y cristiana.
La mágica bondad
Siempre que me toca escribir la entrevista de la víspera de Reyes pido en mi carta poder contarles una historia inspiradora que nos permita seguir creyendo en la magia de la humildad y en todos los ángeles de carne y hueso (como diría Luis Rojas Marcos) que hay entre nosotros. Y, puestos a pedir, pido que dicha historia se la puedan leer los padres a los hijos para que conozcan el poder de la gente buena... Y ahí está: Mama Tunza, la niña finlandesa que decide ayudarla, empresas de safaris que comienzan a llevar a sus viajeros sensibles a visitar el milagro y a colaborar con la carta a los Reyes Magos (Promunditres.org) de 118 huérfanos que han encontrado una madre.
Soy analfabeta, pero sé de la tierra. Éramos muy muy pobres y siendo una niña me fui a trabajar a Nairobi.
¿De sirvienta?
Sí, a casa de una pareja de italianos en la que estuve sirviendo veinte años. Un primero de enero, a las once de la noche, saliendo de trabajar, de camino a casa (cuatro horas a paso ligero), vi en una montaña de basura una caja de la que asomaba un bracito...
¿Un bebé?
Lo limpié, lo vestí y lo alimenté, y lo llevé a la policía, que quiso detenerme por tener a ese niño tan maltratado. Me llevó horas convencerles de que lo había encontrado.
¿Se quedaron al niño?
Sí. Pero a las cuatro de la mañana me llamaron para que me lo llevara: "Si no puede cuidarlo, déjelo donde lo ha encontrado". Al cabo de dos semanas un abuelo recogió otro bebé y me lo trajo. Mis cuatro hijos y los vecinos cuidaban de ellos mientras yo trabajaba. Pero dos días llegué tarde.
Y les explicó lo de los bebés.
Sí, y me dijeron: "O los bebés o el trabajo". En Kenia las personas que te contratan se encargan de guardarte el sueldo. En veinte años de trabajo había acumulado 1.000 euros, pero no me los dieron. Y entonces...
Perdone, ¿cómo se llaman esos italianos?
Rita y John Corri. A partir de ahí decidí dedicarme a los niños abandonados que me traían: había corrido la voz. Los vecinos me ayudaban, me dejaban en la puerta sacos de arroz y legumbres. Un día fui a hacer mis necesidades junto al riachuelo que hay en un pequeño bosque y vi a un babuino con un bebé humano. Conseguí arrebatárselo engañándolo con comida y corrí.
¿Cómo estaba el niño?
Era una costra de sarna y heridas. Lo lavé y lo llevé al hospital. Como sabía que no me iban a atender porque en Kenia la sanidad es de pago, me fui a ver al jefe del hospital. Se lo quedaron, pero al cabo de tres horas me llamaron: "Si no puede hacerse cargo, déjelo donde lo ha encontrado".
¡¿Los médicos también?!
Me recetaron los medicamentos que podían curarlo, nada más, y fui por las casas de los ricos y las farmacias de Nairobi pidiendo caridad para poder comprarlos. Tenía dos años y ya ha cumplido ocho. Le llaman Monito y con él ya eran 18 niños recogidos.
¿En su casa?
Sí, un descampado en un barrio donde la esperanza de vida de los niños no pasa de cinco años y la de las mujeres, de cuarenta. Sin cloacas y con mucha droga y delincuencia. Pero buena gente del barrio me ayudó: construimos barracones y organizamos una escuela en la que jóvenes y adultos que sabían leer y escribir enseñaban a los pequeños. Pero continuamente entraban a robarme.
En el 2007 kikuyus y luhyas se enfrentaron durante las elecciones.
Murieron 1.200 personas. La gente huyó, también mis vecinos. Así que me encontré con casi 100 niños, sin comida y sin ningún tipo de ayuda. Cuando volvieron los primeros turistas, al cabo de seis meses, un fotógrafo colgó en internet un reportaje sobre nosotros. Una niña irlandesa con un cáncer terminal lo vio y le pidió a su padre que ayudara a esa señora.
Una historia increíble.
El padre y unos amigos se fueron a Kenia, compraron un terreno en Ngong y levantaron los barracones en los que hoy vivimos, una zona fértil en la que los niños pueden correr cuando vuelven de la escuela. Teníamos aire libre y cama para todos, pero el cambio fue duro.
Sin la ayuda de los vecinos...
Sí, vivíamos aislados. Pero volví a empezar; recorrí las granjas de la zona y les expliqué mi historia. Conseguí dinero para enviar a los niños a la escuela. Luego llamé a la puerta de las agencias turísticas, y empresas como Kobo Safaris o Ecowildlife empezaron a colaborar conmigo. Les dicto lo necesario, la lista a los Reyes Magos.
¿Y qué pide en su lista?
El mejor regalo es la matrícula del colegio. Y nos han traído una cama para cada uno, con colchón y sábanas.
¿No tenían?
Dormíamos cuatro en cada litera y sin colchón. Unos voluntarios nos han traído contenedores para almacenar agua, otros el camión cisterna semanal. Otros pagan cada lunes al hotel Serena de Nairobi para que nos traiga un camión de comida. Yo no toco dinero, recibo regalos de mi lista de imprescindibles para la vida. ¡Y ya tengo cuatro niños en la universidad!
Felicidades.
Y también necesitamos ordenadores y un profesor de informática. Gracias al Gobierno de Navarra tenemos autobús escolar. Y una empresa madrileña nos va a hacer el camino para que llegue a casa. Y con el premio Navarra Solidaridad abriré un pozo.
¿Alguien ha vuelto a recoger a un niño?
Encontramos un bebé en la estación y al cabo de cuatro años la madre volvió a por él... ¿Para hacerle mendigar por las calles de Nairobi? Decidí adoptarlos a todos.

Fuente: La Contra de La Vanguardia
Publicado por Raquel Hinojo en: “susurrosdelalmaparadespertar.blogspot.com.ar”